lunes, enero 03, 2011

Una buena apuesta para el México que se necesita

Autora: Yossadara Franco Luna datos de la autora haz clikc aqui
Publicado: La Primera de Puebla, 16 de diciembre de 2010

     Cuando las personas deciden ingresar a la docencia generalmente lo hacen con cierta carga de ilusión, algún asomo del deber ser y con ello una serie de ideas sobre cómo se desarrollarán y lo que no serán cuando lleguen al salón de clases. En resumen, lo que buscan los profesores noveles, a diferencia de sus predecesores, es incidir en los alumnos para lograr una educación de calidad y con ello el nacimiento de un país distinto.
     Pero ¿qué ocurrió una vez que ingresaron al aula? ¿por qué las buenas ideas se hicieran trizas cuando descendían al terreno de lo práctico? ¿por qué ese enorme abismo en lo que se pensaba y lo que realmente se podía hacer?
     Las respuestas pueden ir en tres vertientes. La primera es que la formación inicial que recibieron como docentes tiene poco que ver con la solución de los problemas prácticos de la enseñanza; la segunda es porque la escuela es un centro burocratizado, jerarquizado e inflexible que choca de lleno con las “ideas progresistas” que se tiene sobre el aprendizaje; y finalmente la organización del curriculum está centrada en la idea de que lo escolar es estático y no dinámico aunque el discurso sea otro.
     Hay una posibilidad de reencontrar un espacio para la unidad perdida entre la teoría y la practica curricular a través no sólo de una revisión concienzuda de actuar docente sino también del escrutinio del sentido de los planes y programas de estudio.
     Éstos son una representación simbólica de la cultura seleccionada para la producción de la reproducción educativa en las instituciones escolares. Por ello puede ser una herramienta de trabajo educativo que debe aludir a dos aspectos en estrecha interrelación: la ideología pedagógica de compromiso con un modelo de escuela liberadora y la táctica que la traduce en términos de propuestas prácticas de acción en las escuelas. El trabajo curricular no tiene porque ser pretexto para el mero cumplimiento técnico en el aula, sino un ejercicio para una práctica desafiante tanto para el alumno como para el maestro pues por su medio, accederán al mundo de otra manera.
     Partiremos del hecho de que la propuesta curricular es una hipótesis que se debe comprobar en la acción y en los contextos prácticos y es aquí cuando surge la gran pregunta ¿quién debe realizar el proyecto curricular: los expertos en temas, los docentes…? es necesaria la creación de equipos interdisciplinares con una fuerte base de docentes en ejercicio quienes deben actuar como profesionales activos que crean y adapten propuestas desde la autonomía y a través de la deliberación y cooperación. Los docentes deben participar en la discusión sobre los criterios de elaboración del material y éste debe someterse siempre a la investigación-evaluación.
     Esta tarea debe contener ciertos componentes: propuesta cultural emancipadora, tanto de las personas como de las sociedades, así como contrarrestar las relaciones entre las llamadas cultura científica y popular; construir un conocimiento crítico con el que intervenga de un modo activo y participativo en procesos sociales democráticos reales; ser personas solidarias: analizar y juzgar la realidad, reconocerse en la diferencia y en la desigualdad; ejercitarse en la toma de decisiones como miembros de una colectividad que exige transformaciones estructurales; así como educarse en la duda y en la crítica.
     Existe una larga tradición en que lo educativo sirva a lo burocrático cuando ello surgió para el fin contrario, por eso es vital que previo a los horarios, formatos, temarios, cuestiones administrativas, etc., se anteponga lo verdaderamente formativo. El docente tiene enormes posibilidades pedagógicas cuando adapta el curriculum a su situación concreta y no sólo lo usa como requisito burocrático.
Se trata de que los docentes piensen en cómo hacer significativo el acceso y la relación de los alumnos con el mundo y entre sí, mediante la construcción de conocimientos, el desarrollo de habilidades y la generación de actitudes ciudadanas y ecológicas; qué se requiere para ello; qué tipo de conceptualizaciones son necesarias; a qué invitaciones deberá atender profesor y alumno en un proceso compartido. Las respuestas son evidentes para los profesores, pero parecen inalcanzables cuando se vive para cumplir con los requerimientos burocráticos de las autoridades educativas.
     La administración escolar suele no tomar en cuenta que el docente requiere tanto tiempo y condiciones para cumplir con el trabajo burocrático necesario como para planear, ejecutar y evaluar su docencia. Se requiere entender que se tienen que crear espacios reales para que el docente pueda actuar como profesional que entiende el mundo y diseña estrategias para que el alumno se inserte en él es apostar a que otro México es posible.
 
    

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