lunes, mayo 23, 2011

Convertirse en amante de la docencia

Autor: Alexis Vera
Publicado: La primera de Puebla, 17 de mayo de 2011

     El maestro que ama a sus pupilos no les pone 9 y 10 en todos sus trabajos y exámenes. Es decir, no regala calificaciones porque le interesa que en verdad los alumnos aprendan. Ubica con claridad la importancia social que tiene su papel para el presente y futuro de México; y se siente orgulloso de ser docente. No considera que su trabajo es dar clases simplemente, comprende que su profesión en la vida es desarrollar a los ciudadanos del futuro, ni más ni menos.
     El país que tenemos necesita maestros de otra estatura. México requiere profesionales de la docencia que hayan descubierto en su interior que parte del sentido de sus vidas es ayudar a que tengamos mejores ciudadanos. Necesitamos maestros que tomen con toda seriedad su trabajo, que sean, en efecto, profesionales, no amateurs de la educación. En mi humilde opinión y experiencia, ningún docente que llega tarde a sus clases, que falta al trabajo sin justificación válida o que contesta su celular en clase puede decir que es un profesional. Ese docente por lo general solo va a la escuela a jugar a la escuelita con sus alumnos: él hace como que enseña y los alumnos como que aprenden.
     Pero obviamente la calidad educativa va mucho más allá que el llegar a tiempo y no contestar el celular. Éstos son apenas aspectos o condiciones básicas de la docencia (como lo es, por ejemplo, el traje de baño para el competidor de natación). El nuevo maestro requiere mucho más que puntualidad y auto disciplina dentro y fuera del aula; requiere, ante todo, amar lo que hace; necesita convertirse en amante de la educación. Necesita tomar a la docencia por novia y vivirla con la intensidad, respeto e ilusión con que se trata a una amada. Quien ama de verdad lo que hace no le pichicatea a la vida y menos a su profesión. Quien en verdad ama se da, se entrega sin andarse con cuentos. Ningún maestro puede decir con credibilidad que ama la docencia si, de entrada, no ama a sus alumnos. Muchos maestros dicen que aman a sus alumnos pero no lo demuestran. En lugar de señalarle al estudiante dónde puede mejorar, le toleran deficiencias de desempeño en aras de no complicarse la vida. Porque retroalimentar para educar puede ser difícil y cansado; y siempre será más fácil para todos (alumno, maestro, padre de familia e incluso para ciertas escuelas) ponerle 9 o 10 de calificación al estudiante. Sin embargo, me parece que no hay mejor cosa que pueda hacer un maestro por su alumno que ayudarle a ver sus áreas de oportunidad y acompañarlo (o coachearlo) para superarlas, aunque para mostrarle esas áreas débiles tenga que ponerle un 5 de calificación en el trabajo, examen o proyecto.
     Pero para tener maestros que aman la docencia hay que tener directivos y administrativos de la educación que igualmente amen a alumnos y profesores; que amen lo que hacen y quieran a la educación para que no la usen en beneficio propio sino en beneficio de la sociedad.
     Quien ama la educación no deja de educarse a sí mismo durante toda la vida. Ningún maestro es un producto terminado. El docente que en verdad ama a sus alumnos se dedica a auto cultivarse todos los días de su vida; se convierte en maestro de tiempo completo. Y lo hace con gusto, porque lo hace por amor. La educación es su novia y amante, y, como los buenos amantes, se esmera por conquistar y no perder lo conquistado. El docente que ama se profesionaliza. Así como lo hacen los grandes escultores, cuida los detalles de su trabajo, esculpe con pasión e intenta mejorar cada día su técnica para entregar a la sociedad obras cada vez más hermosas y, por lo tanto, útiles para la humanidad en general.
     ¿Qué necesitamos hacer para llenar nuestras escuelas y universidades con verdaderos amantes de la docencia? ¿Qué necesitamos en nuestras instituciones para atraer y retener directivos y administrativos que amen la educación? ¿Qué haremos al respecto usted y yo que estamos metidos en todo esto?
     Sin duda esta tarea en México es inmensa y nos rebasa por completo a cualquiera de nosotros. Pero podemos empezar por nuestra propia casa; podemos iniciar hoy con nuestro actual grupo de estudiantes. Amar nuestro proyecto educativo personal y convertirnos en amantes de la docencia. Sólo corremos el riesgo de disfrutar más lo que hacemos y vivir entusiasmados, ilusionados; como viven los amantes; como viven quienes aman en verdad lo que hacen. http://veraalexis.wordpress.com/

1 comentario:

Anónimo dijo...

A VECES PIENSO QUE LA DOCENCIA SE DAÑADO TANTO QUE CUANDO HABLAN DE AMANTES LOS PADRES DE LOS ALUMNOS PENSAMOS QUE LOS DOCENTES DEBEN EMPEZAR POR RESPETAR SUS PROPIOS GREMIO PUES YA SEAN PRESENTADOS TANTO DESORDENES ENTRE ELLOS MISMOS PUES EN LOS COLEGIOS LOS COMENTARIOS Y LAS COSAS QUE SE VEN SON QUE LOS DOCENTES TIENE RELACIONES CON LOS MISMOS COMPAÑEROS QUE NO RESPETAN NADA, LA LUJURIA LES GANO, QUE PUEDEN DAR SI ELLOS NO RESPETAN LAS FAMILIAS DE ELLOS MISMO TAMPOCO EL LUGAR DE TRABAJO NOSOTROS LE ENTREGAMOS NUESTROS HIJOS Y ELLOS QUE LE ESTAN ENSEÑANDO LA MALDAD EL SEXO ENTRE COMPAÑEROS EL DISFRUTES DE SUS DESEOS DESBORDADOS EL RESPETO DE SUS CUERPOS DONDE QUEDA. ELLOS LES PAGAN PARA ENSEÑAR NO PARA COMETER ESTAS ARBITRARIEDADES EN SUS LUGARES DE TRABAJO ESTO DA PENA QUE UTILICEN SUS LUGARES PARA ACOSTARSE ENTRE ELLOS MISMO Y LOS ESPACIOS DE INTEGRACIONES SEAN PARA CONOCERSE ELLOS MISMOS QUE ESTA PASANDO PUES NO SON TODOS PERO POR LOS POCOS A VECES DESACREDITAN A LOS QUE NO HAN COMETIDOS ESTOS ACTOS PERO YA SE A VISTO CASOS DE ESPOSAS DE LOS DOCENTES QUE TENGA QUE SUFRIR Y VIVA UNA VIDA TRISTE Y ABANDONADAS POR ELLOS PORQUE ESTOS DOCENTES NO REFLEXIONA Y PIENSA QUE PARA AMAR LOS ALUMNOS HAY QUE AMAR PRIMERO LA FAMILIA QUE CONSTRUYERON DONDE QUEDA TODO LO QUE LE ENSEÑARON CUANDO SE FORMAN HOGARES ES PARA RESPETARLOS Y DAR EJEMPLO A LOS ALUMNOS QUIZAS ESCOGIRON UNA CARERA EQUIVOCADA Y DEBERIAN ESTAR EN OTROS LUGARES MENOS ENSEÑANDO