viernes, abril 13, 2012

Las pruebas estandarizadas y la calidad de la educación


Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: e-consulta, 27 de marzo 2012

     Hace unos meses leí un artículo sobre las pruebas estandarizadas de Berrenechea (2010), en el que se hacen seis reflexiones críticas acerca de éstas: tensión que existe entre el concepto de inteligencias múltiples y las evaluaciones estandarizadas, la desatención de componentes del currículum real, los riesgos de enseñar para el test, los incentivos que se generan de hacer trampa con los resultados, la falta de consideración de las diferencias socioeconómicas de los alumnos que son evaluados, y, por último, las limitaciones de los resultados de las evaluaciones estandarizadas para predecir el éxito laboral de los estudiantes.
     Este artículo se publicó en una revista estadounidense y algunos de los aspectos señalados no están en sintonía con nuestro contexto; sin embargo, hay tres que sí corresponden a cualquier ambiente en el que se aplique. Tanto ENLACE como PISA deberían estar considerando las tres críticas que señala este autor y que son: 1) Los riesgos de enseñar para los test, es decir, dado que los resultados de las pruebas estandarizadas están sirviendo para señalar cuáles profesores son bien evaluados y cuáles no; ya es sabido que muchos profesores y muchas instituciones educativas dedican tiempo a preparar a los alumnos para que respondan de manera adecuada a estas pruebas, cuando lo sano sería que se respondieran de la manera más natural posible.
     2) Los incentivos que se generan de hacer trampa con los resultados. También es bastante conocido que todos los seres humanos nos acomodamos a la evaluación, es decir, una vez que sabemos cómo vamos a ser evaluados, cuidamos que esos aspectos que serán considerados estén bien contemplados en los instrumentos que estamos respondiendo o construyendo. Esa es la razón por la que los niños preguntan a su profesor, si lo que están viendo va a venir en el examen, o si un profesor pide a sus alumnos un ensayo y éste señala qué es lo que espera en dicho trabajo; los alumnos harán hasta lo imposible por cubrir esos aspectos.
     Esto es normal y lo hacemos todos. La trampa está en que preparamos a los alumnos para responder a la prueba estandarizada de manera correcta, aunque no se aprenda todo lo que se tiene que aprender. Así que lo grave radica en que la prueba se vuelve lo más importante del proceso de aprendizaje dejando de lado las necesidades de las personas y al propio aprendizaje.
     Y 3) la falta de consideración de las diferencias socioeconómicas de los alumnos que son evaluados. Este aspecto no ha sido para nada considerado, así que esperamos que todos los alumnos obtengan indistintamente los mismos resultados, aun cuando el capital cultural de estos es totalmente diferente. Cuando hablo de capital cultural me refiero a todo el ambiente que envuelve a los estudiantes y que favorece su desarrollo escolar o no. Por ejemplo, si los padres leen, si hay computadoras y/o libros en casa, si los padres tienen un nivel de preparación escolar alto o no, si asisten a conciertos, exposiciones o presentaciones de arte, si practican algún deporte, si se habla de los problemas socioeconómico y políticos locales o del país, etc.
     Por supuesto que los niños y jóvenes que estén expuestos a estos ambientes tendrán más posibilidades de salir bien evaluados que aquellos que no tienen estos elementos a la mano. Esto no quiere decir que los estudiantes que no tengan este tipo de capital cultural, tienen otro, de eso no hay duda; sin embargo no tienen el que favorece un desarrollo escolar óptimo.
     Así que, como puede apreciar mi estimado lector, estos factores no están relacionados con lo que un profesor puede hacer en el aula, pues son aspectos de la realidad social que envuelven a los diversos contextos de nuestro país.
     Finalmente quiero manifestar que no estoy en contra de las pruebas estandarizadas, pues ofrecen información muy valiosa que puede ayudar a tomar decisiones a nivel macro y micro sobre cómo mejorar la calidad de la educación, pero no deberíamos utilizarla para hacer señalamientos de cuáles escuelas están mejor o peor, o cuáles profesores son mejores, etc., etc. Sino para decir en dónde se requiere hacer refuerzos, en qué se debe mejorar la formación docente inicial y continua, cómo se puede mejorar el capital cultural de los niños y los jóvenes para un desarrollo escolar, qué zonas del país necesitan reforzar su desarrollo cultural, como se puede ayudar a los padres a enriquecer su capital cultural escolar, qué escuelas requieren mayor infraestructura y mejores profesores, entre otras muchas cosas.



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