martes, junio 19, 2012

¿Por quién votar? Perspectivas de un ciudadano


Publicado: Puebla on line, 12 de junio de 2012

     ¿Usted por quién va a votar joven? Me preguntó la amable mujer que me corta el pelo cada mes tras ver un anuncio del candidato Peña Nieto en la televisión de la peluquería. Normalmente no me gusta hablar de política, y menos en tiempos electorales, pero esta mujer me conmovió porque parecía que buscaba una brújula para el tema electoral y creyó –ilusamente- que yo se la podía proporcionar. Yo no pertenezco a ningún partido político y, como muchos, estoy cansado de ver más de lo mismo cada seis años. Pero tampoco quiero ser un ciudadano indiferente ante el tema de las elecciones.
     Me parece que ninguno de los cuatro candidatos presidenciales tiene la fórmula ni la capacidad de, en seis años, sacar a México de la mediocridad en la que se encuentra. Ninguno de los cuatro tiene una varita mágica. Transformar el país para hacerlo de primer mundo requiere mucho más que seis años y mucho más que políticos ordinarios como los que nos han metido en esta casi catástrofe social en la que vivimos. Porque creo que una sociedad que produce algunos grandes multimillonarios de altura mundial y muchísimos pobres –también de calibre mundial- no puede más que llamarse a sí misma una sociedad fracasada.
     Pero no tenemos más candidatos ni otro sistema para elegir gobernantes. Así que, me parece, habría que votar por el menos peor; porque, en mi opinión, de todos ellos no se hace uno solo que en verdad valga la pena. Anular el voto también se ha convertido en opción hoy día. Pero antes de anular, reflexionemos un poco. Me parece que no hay que votar por candidatos sino por proyectos. ¿Qué candidato tiene el mejor proyecto de nación? ¿Es la derecha, el centro, o la izquierda quien tiene la mejor visión y proyecto de país? ¿Qué proyecto tiene más posibilidades de socavar los grandes problemas nacionales?
     Año con año diferentes organismos internacionales nos recuerdan que el gran desafío de México –y de América Latina en general- es la enorme desigualdad social que existe. Hay muchísimos pobres en extrema vulnerabilidad y unos cuantos ricos muy ricos. También existe una creciente clase media, pero la estructura social sigue siendo –sobre todo- piramidal con una base enorme. En las naciones más avanzadas esa pirámide es bastante “chata”. Parece más un trapecio casi cuadrado que una pirámide porque no hay tanta desigualdad.
     Mientras la distancia entre ricos y pobres no se haga más pequeña difícilmente se resolverán temas que nos duelen como el crimen organizado, el desempleo, la educación de mala calidad, etc. Hay que generar riqueza, pero también hay que saberla distribuir para ser una nación más próspera. Si el ingreso per cápita aumenta, todos tienen más trabajo; todos venden más; todos tienen el efecto navidad. Basta ver a las naciones más ricas para darse cuenta que, en gran medida, la clave de la prosperidad es tener sueldos más altos, pero también tener personas más productivas.
     Aunque el proyecto que representa López Obrador tiene varias deficiencias, me parece que es el menos malo de todos porque es el único que verdaderamente tiene la mira en las causas de los grandes problemas y es el único que, además, plantea resolverlos de manera diferente (recordemos que no es muy inteligente intentar resolver un problema haciendo lo mismo a pesar de que no ha funcionado antes). Los demás partidos proponen hacer más de lo mismo: fomentar el liberalismo exacerbado que Estados Unidos quiere que se fomente. Esto nos ha llevado a donde hoy estamos, sin duda. En las democracias más avanzadas (muchas de ellas liberales) existen en su interior fuertes corrientes contra el liberalismo económico porque ya quedó claro que ese modelo simplemente causa crisis recurrentemente.
    Esto tampoco quiere decir que sea un mal modelo. El dato simplemente sugiere que el modelo debe tener límites para no ser destructivo. El único candidato que tiene claridad e intensiones de normar eso es, en efecto, el candidato de izquierda.
    Creo que México merece una verdadera alternancia. El cambio del PRI al PAN fue muy bueno simplemente para frenar el autoritarismo desmedido del primero. Pero en realidad no representó ningún cambio de fondo. El PAN tiene, fundamentalmente, el mismo enfoque neoliberal nocivo del PRI, por eso nuestros grandes problemas persisten. Creo que es hora de darle la oportunidad a quien tiene ideas diferentes, es decir, a la izquierda. Porque además los gobiernos de izquierda han dado grandes frutos en otros países, incluyendo algunos de los más avanzados.

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