lunes, septiembre 03, 2012

Como escudo y como lanza


Autor: Mónica Lorena Palafox
Publicado: e-consulta, 29 de agosto de 2012

Cuando una pareja toma la decisión de separarse, no es más que la punta del iceberg de una complicada trama de elementos que no se han podido armonizar. Lamentablemente en estos complicados momentos, los hijos son usados como escudo o como lanza, para protegerse o lastimar a la pareja, con quien desde hace mucho tiempo, no se ha podido entender.
         No es extraño encontrarse que durante los diferentes momentos de un proceso de separación, los cónyuges culpan a la pareja sin asumir su responsabilidad en el conflicto, en tanto que el niño se muestre irritable, ya que el divorcio si bien es un problema de adultos, él se lo explica desde la lógica infantil. A este estado de ánimo subyacen otras emociones como el temor a ser abandonado, finalmente uno de los padres ya se fue de casa, y no es extraño que para no lastimarlo, un día cuando regresó del colegio las cosas del progenitor ya no estaban. Culpa si queda en su memoria la imagen de ellos discutiendo por su comportamiento. Tristeza por la pérdida de la familia en la que se había desarrollado.
         Una familia disfuncional da como resultado un síntoma que puede reflejarse en cualquiera de sus miembros, pero el más sensible es el niño, quien mostrará falta de atención y por consiguiente dificultad para prender, orinará la cama, se mostrará violento en casa y el colegio, renuente a respetar las reglas, los pequeños insistirán en pasarse a la cama de la madre. Frecuentemente se encuentran inmersos en las disputas por sus gastos, los tiempos y horario que pasará con el padre los fines de semana, vacaciones y fiestas navideñas; entre otros asuntos.
           Pero ¿Cuál es la génesis del problema?......
           Todo inició cuando dos desconocidos empezaron a experimentar una agradable sensación de bienestar. Ahora quienes antes formaban parte de su mundo, como la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, pasaron a un segundo término, todo gira en torno esa persona ¡tan especial! mantienen contacto por cualquier medio, necesitan de escuchar su voz; se dan los buenos días por teléfono para preguntarle ¿cómo amaneciste mi amor? ¿Qué piensas hacer? y tener la oportunidad del encuentro. Bajo este estado alterado de la conciencia "el enamoramiento" que se siente pero no se entiende, los enamorados seleccionan a la pareja, atribuyéndole las cualidades que desearían y minimizando los defectos con la esperanza de que por amor, el otro cambiará. Hacen caso omiso a las advertencias de quienes los rodean, y la oposición de los padres, se convierte en el motivo que los une.
            Bajo ésta fantasía, los novios toman la decisión de hacer una vida en común, con la esperanza de que por amor recibirán, atención incondicional, ser necesarios para el otro, bienes materiales, respeto, fidelidad, apoyo en los momentos difíciles, ser valorado y muchas cosas más. Es común que los futuros esposos no hayan vivido todas éstas condiciones en el matrimonio de sus padres, pero esperan que en el suyo sea diferente.
            En ese contexto y de acuerdo a los valores y creencias que han aprendido de sus familias de origen darán significado a la religión, trabajo, dinero, y los hábitos de la vida cotidiana por lo que de no contar con el recurso de la negociación y la flexibilidad, sus expectativas se transformarán en, enojo, desengaño, tristeza, se sentirán una víctima.
            Así mismo para tener una familia armónica, se requiere valoración positiva de cada uno de sus miembros; comunicación directa y sincera; normas claras, humanas, flexibles, y apropiadas para cada etapa de la vida; relaciones entre los miembros basadas en la confianza, respeto y amor.
             La familia como un ser vivo, pasará por diferentes etapas que implican la superación de ciertos retos, que de no ser adecuadamente resueltos, es probable que precipiten una separación.
            El desprendimiento y encuentro que se da desde en inicio del matrimonio a la llegada del primer hijo. Es una etapa donde los problemas se centran en el descubrimiento de la pareja como tal. Ambos tienen una forma "NORMAL" de ver el matrimonio según lo vivido con sus padres y que difícilmente les funcionará en la nueva relación.
           Con la llegada de los hijos se crean abuelos, tíos, padres, la relación de pareja se convierte en triada y hay que abrir el espacio físico y emocional que ocupará el bebé. Con frecuencia los abuelos quieren actuar como padres. La pareja tiene ahora una tarea que nadie les ha enseñado "la crianza de los hijos" además que económicamente es un periodo muy difícil.
            La adolescencia se vivirá con problemas emocionales serios, si durante la niñez no se les encontró salida adecuada. Los padres buscan que sus hijos sean lo que ellos no pudieron ser y los hijos por su parte tienen necesidad de hacer mas cosas fuera de la casa. La relación de la pareja es ya más rutinaria y las normas de la casa ya no funcionan; ya que ellos y los adolescente enfrenta muchos cambios tanto físicos como intelectuales
            Ahora que se han comentado de forma breve, los elementos a los que se ven expuestos quienes como pareja enfrenta la complejidad de la familia, al separarse, ven frustradas la fantasía que crearon en torno a su vida en común, por lo que en sus disputas pone a los menores en la postura de, escudo o lanza de sus resentimientos.


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