martes, septiembre 18, 2012

Formación del emprendedor mexicano


Autor: Jaime Carlo Franco García
Publicado: Puebla on Line, 11 de septiembre de 2012

     Sería bueno que discurriéramos brevemente porqué estamos hablando hoy día de espíritu emprendedor, esta nueva corriente de "Pepe y Toño" vista masivamente en nuestros medios de comunicación, y ya no estamos hablando de gestión eficiente de las empresas existentes o de planificación estratégica, o de otros temas sobre administración gerencial moderna.
     Simplemente porque observamos que el mundo está cambiando. Estamos en una etapa de verdaderos cambios acelerados, hoy nace y mañana cambia, así de rápidos. Podríamos ver algunos ejemplos: la globalización de los mercados, que implica extensión del número de mercados posibles y de competidores posibles; el cambio en la tecnología, que implica una capacidad enorme de alcance y respuesta que nos hace a su vez tener tiempos de ciclos de respuesta de nuestros productos sean mucho más cortos y eficientes; la exigencia simultánea de calidad, de precio y de diversificación. Tradicionalmente la diversificación se pagaba con precios más caros y la calidad era vista como algo aspiracional. Hoy día se pide calidad pero al mismo costo que la estandarización en nuestros procesos productivos y si le agregamos que también se pide diversificación, pero con velocidad de respuesta y adaptación, definitivamente las exigencias hoy en día son de alto impacto.
     Si miramos todo este conjunto, diríamos que la incertidumbre ha crecido. La complejidad ha crecido, que el ritmo de la vida se ha intensificado y la idea que podemos planificar el futuro se ha evaporado. Indexemos ahora los cambios políticos que se están llevando en México en un mundo cada día más global, pero a la vez más tenso y con más diferenciación, una mezcla verdaderamente única. Los nacionalismos están creciendo, los regionalismos y las agrupaciones horizontales ejem. #YoSoy132- que producen estilos de vida locales se hacen más fuertes, la mundialización en su máximo apogeo.
     Entonces, de alguna manera, nuestra noción de que es posible tener una racionalidad planificada, con sueños de lograr objetivos personales, empieza simplemente a disiparse, a ser pasada por alto por el vaivén del día a día en nuestros trabajos o familias, y la gente pone su esperanza de aspiración en este mítico legendario personaje llamado el empresario emprendedor, lo que en inglés y en francés llamamos el entrepreneur.
     Ahora, la pregunta que la gente normalmente se hace es si realmente existe este personaje, si sirve en las empresas contemporáneas o es una cosa que ha estado siempre latente únicamente en los pequeños negocios que nacen. Hoy como nunca antes se han escrito más libros sobre el futuro y estudios del emprendedor. La otra pregunta que la gente tiene es cómo se crea al emprendedor, porque aparentemente la educación formal no ha logrado responder esta pregunta. Uno va a la universidad y aprende algunas disciplinas, técnicas de negocios e ingeniería pero no aprende lo que realmente significa ser emprendedor.
     Por esta razón, el espíritu emprendedor aparece como algo misterioso. Aparece como un atributo innato que algunas personas tienen mientras otras no lo tienen. Si esto fuera realmente el caso, entonces el espíritu emprendedor aparecería como algo que no puede ser enseñado y formado. Es algo que está en la sangre. Personalmente no concuerdo con esta forma de entender a la generación del emprendedor. El espíritu emprendedor puede ser enseñado, aunque no como un método. Por esto es que hablamos de espíritu emprendedor y no de un método emprendedor.
     Necesitamos una nueva concepción en las universidades, en las escuelas, en las organizaciones donde lo emprendedor y la sensibilidad histórica sustituyan a la información y a las reglas como lo esencial en el aprendizaje. Necesitamos una democratización del espíritu emprendedor y no una sistematización del mismo, y una nueva educación conceptual que lo haga posible.
     El emprendedor siente satisfacción por lo que forma y crea; se realiza porque trae valor a la gente con la que se relaciona en su proceso de creación. De alguna manera esto no se da tan fácilmente en otras actividades humanas, en que el trabajo es rutinario, mecánico y se experimenta como realización técnica de alcance o cumplimiento de objetivos. Entonces la pregunta que se abre y que no podemos responder en este momento consiste en ¿cómo podemos extender la capacidad emprendedora al conjunto del trabajo humano?.
     La tecnología moderna podría facilitar una respuesta, del mismo modo que las alternativas gubernamentales podrían ayudar a los pequeños empresarios, como una forma de extender la capacidad emprendedora.
     Lo emprendedor, entonces, es parte de esta área de oportunidad más general, que redescubrimos, no como operadores en un mundo globalizado en el cual tenemos que poner orden, sino como coinventores de un mundo de alternativas que es simultáneamente de innovación, compromiso y solidaridad, esto es un emprendedor. Necesitamos ver un México donde lo solidario, lo democrático y lo emprendedor pueden vivir integrados y no como tres polos ideológicos que mal conviven.




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