jueves, septiembre 27, 2012

La percepción de riesgo y las adicciones en los jóvenes


Autor: Mtra. Cecilia Salgado
Publicado: La Primera de Puebla, 19 de septiembre de 2012

    El consumo de alcohol, marihuana y cocaína en el ambiente
universitario ha aumentado, al mismo tiempo que ha disminuido la
percepción de riesgo de consumirlas.
   Estamos viviendo un tiempo en el que, parece ser que ha
disminuido la percepción que tienen las personas del riesgo
asociado a las drogas. El hecho de que las personas perciban las
drogas como menos peligrosas de lo que son, hace que sea más
probable que terminen consumiendo alguna de ellas. En
concreto, algunas encuestas realizadas en España por el Plan
Nacional sobre Drogas, indican que ha aumentado el número de
personas consumidoras de cannabis y cocaína a la vez que ha
disminuido la percepción de riesgo que tiene el consumirlas.
   Además, “no se ha logrado transmitir a la población más joven
una información adecuada sobre los riesgos y daños que causa el
consumo de drogas, con la consecuencia de que la percepción
de riesgo de ese consumo ha descendido en los últimos años,
con las graves consecuencias que ello entraña”. En relación con
la marihuana, ya en el 2004 se mencionaban una serie de
determinantes que explicarían el incremento en el consumo de
esta sustancia: “ Ha descendido la percepción social del riesgo
relacionado con el cannabis y ha aumentado la indiferencia
social hacia su consumo”; “ha crecido la percepción de
accesibilidad y disponibilidad de esta sustancia, que parece estar
cada vez más presente en el entorno de muchos jóvenes” y “la
información que trasciende a la opinión pública, especialmente a
la población juvenil, aparece sesgada y no hace hincapié en los
riesgos asociados al consumo. Se ha generado una imagen de
banalidad asociada a mensajes positivos e incentivadores del
consumo”.
   Una conclusión que se deriva de lo anterior es que, para evitar
el consumo de drogas, es necesario pensar que las drogas son
peligrosas, o, al menos, tanto como lo piensan los expertos en la
materia. Esto, en principio, podría parecer tan lógico que no de
lugar a réplica.
   El término riesgo es uno de los conceptos de los que todo el
mundo parece saber algo, pero cada uno lo interpreta a su
manera. Desde algunas miradas, el riesgo tiene un marcado
carácter negativo (las conductas de riesgo), mientras que, desde
otras, el riesgo es considerado como algo positivo y atractivo: los
amantes del riesgo son generalmente
   vistos como personas admirables por su capacidad para
exponerse a situaciones límite que los demás evitaríamos sin
pensarlo. Mientras que ciertas actividades que se relacionan con
el riesgo son consideradas con frecuencia como fruto de
desadaptaciones o de inadecuaciones en la conducta de quien
las realiza (el consumo de drogas, ciertas formas de practicar
sexo, ciertas maneras de conducir vehículos, ciertas formas de
alimentarse, etc.), en otras el riesgo es valorado positivamente y
hasta goza del reconocimiento social.
   Esta ambigüedad en la consideración social de los riesgos
también lleva a que, en ocasiones, la palabra riesgo pierda su
verdadero sentido y quede referida más a valoraciones subjetivas
sobre lo que está bien o mal, lo que se puede hacer o lo que no,
que a criterios objetivos (lo que es arriesgado y lo que no lo es,
lo que es más arriesgado y lo que es menos, etc.).
   El riesgo siempre ha de estar referido a una posible pérdida (o
daño). Esta pérdida o daño debe delimitarse claramente,
estableciendo incluso distintas categorías o clases de pérdidas.
     En este sentido, el consumo de drogas puede colocar en riesgo a
la persona en el sentido de que puede conllevar la aparición de
una serie de problemas para quién las consume. Por lo tanto, el
primer paso para definir claramente el riesgo consiste en
determinar de manera exacta y precisa cuáles son las
consecuencias que se pueden sufrir o experimentar. En este
punto es importante señalar que el consumo de drogas per se no
constituye un daño, sino que tal consumo ha de producirse de
determinada forma para que el daño llegue a ocurrir. En
consecuencia, debemos insistir, no sólo es esencial determinar
los daños, también los factores que son claros generadores de
ese daño (frecuencia, vía de administración, patrones de uso
múltiple, etc.).
   Entre “expertos” y “no expertos” en drogas, la discrepancia
existente puede atribuirse a diferentes formas de conceptuar y
valorar el riesgo: una la del “experto”, pretendidamente
objetiva, y otra la del “no experto”, subjetiva, que además de
valorar la probabilidad de sufrir un daño, también valora otros
aspectos importantes para él como que tipo de daño puede
sufrir y la significación o importancia que para él tienen tales
daños.
   Es por esto que resulta imprescindible para el desarrollo de
estrategias preventivas, el disponer de los dos tipos de
valoraciones. Conociendo como valoran los “no expertos”, el
riesgo, en nuestro caso los estudiantes, ayudará a un mejor
diseño de las actuaciones preventivas.






No hay comentarios.: