martes, septiembre 18, 2012

La Prueba ENLACE: Pros y contras


Autor: Marisol Aguilar Mier
Publicado: en lado B, 11 de septiembre de 2012


    El pasado 29 de agosto se publicaron los resultados de ENLACE 2012 y el Secretario de Educación, José Ángel Córdova Villalobos, habló de los logros educativos del sexenio. No obstante, valdría la pena recordar de qué se trata esta polémica prueba de evaluación a gran escala y en qué contexto se ha desarrollado, pues sin duda, ello ayudará a un mejor análisis de la misma.
     ENLACE (Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares) es una prueba estandarizada diseñada y aplicada por la Secretaría de Educación Pública (SEP) que se empleó por vez primera en el 2006 con la finalidad de diagnosticar y valorar el rendimiento académico de los alumnos, principalmente en relación a la habilidad lectora y matemática, en función de los programas educativos establecidos. Se busca generar a partir de ella, un sistema de información comparable para identificar aspectos que se deben mejorar y fortalecer, comunicando oportunamente sus resultados.
     Sin embargo, ENLACE tiene, como todo, pros y contras. Para empezar, existen fuertes cuestionamientos  hacia la evaluación a gran escala pues se considera que no es posible evaluar aprendizajes a través de un examen de reactivos de opción múltiple, por lo que un buen número de analistas de la educación afirman que, en el mejor de los casos, lo que estas pruebas evalúan son la memoria o el buen tino de los alumnos para acertar en sus respuestas. Por lo tanto, hablar de evaluación de aprendizajes es un objetivo demasiado ambicioso donde cualquier prueba resultará limitada.
Pero ENLACE enfrenta un problema aún más grave que se relaciona con la cultura de la evaluación que tenemos en el país y con la politización de nuestro sistema educativo, cuyos intereses muchas veces están puestos en temas ajenos a la calidad y al aprendizaje. Y es que la evaluación resulta siempre un tema delicado que genera una gran cantidad de reacciones, miedos, fobias, vicios y malas prácticas, cuando su verdadera finalidad debiera ser la retroalimentación para la mejora continua. Sin embargo, dada la expansión que en la última década han tenido las evaluaciones a gran escala, propias de la “era de la examinación”, ésta pesa y mucho. Especialmente cuando se destinan fondos para “recompensar” a las escuelas y a los docentes cuyos alumnos obtienen los mejores resultados y cuando se ha convertido en un componente esencial para la evaluación universal del profesorado. Y ya hemos podido ver sus consecuencias: maestros ocupando las plazas manifestando su rechazo, paros, entrenamientos especiales para responder la prueba, robo de exámenes para su posterior venta, secuestro del material evaluativo para bloquear su aplicación e inclusive, docentes irrumpiendo en las aulas violentamente para arrebatarles la prueba a los alumnos que intentaban responderla. ¿En qué nos benefician estas reprochables conductas?
     Con lo anterior queda más que clara la necesidad de reformas significativas en la estructura y organización del magisterio y además, la importancia de focalizar las condiciones de desigualdad y pobreza que no permiten la aplicación equitativa de la prueba. Por ello, no es de extrañar que en los resultados del 2012, sean de nueva cuenta las instituciones privadas las que obtienen los mejores resultados, y sean además, las poblaciones más rezagadas las que por contraste, se encuentran en los últimos sitios.
En respuesta a lo anterior, Mario Rueda (presidente del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación), considera que hay un “amplio déficit” educativo ya que la mayor parte de los estudiantes obtuvieron resultados elementales o insuficientes. Por ejemplo, a nivel nacional y en promedio, el 80% de los alumnos de tercero de secundaria tienen resultados elementales o insuficientes en las áreas de matemáticas y español; y el 74. 5%, el mismo nivel de insuficiencia en ciencias.
     Y aunque en el discurso del Secretario de la SEP se escucharon frases como “gran triunfo”, “superamos metas” ó “avance histórico”, no hay que olvidar que aún hay mucho por hacer porque los resultados siguen siendo insatisfactorios. Hay varias inconsistencias para asegurar la calidad de los datos y las condiciones de aplicación de ENLACE. Todavía falta mucho para generar un clima propicio para la evaluación y aún es preciso mejorar cuestiones de tipo técnico y metodológico para contar con información más útil y pertinente. Falta también aprender a leer y a ir más allá de los resultados para encontrar nuevo sentido a esta prueba mediante un análisis de su contenido y estructura pedagógica. Falta muchísimo todavía, para que dichos resultados efectivamente desemboquen en políticas públicas y en cambios de fondo y no sólo de forma.
     No obstante, también hay que reconocer que este tipo de ejercicios han puesto en la mesa la importancia de la evaluación educativa, contribuyendo al debate y discusión de temas fundamentales para nuestro país y permitiendo a la sociedad civil participar de manera más directa en las decisiones sobre la educación. Además, no resulta pequeño el enorme esfuerzo de innumerables personas para lograr que cada año se impriman cerca de 160 millones de hojas, se empaquen en más un millón de cajas para entregarlas a más de 785 mil grupos de más de 147 mil escuelas de básica y media superior. Adicionalmente, hay detrás un equipo de pedagogos, académicos y especialistas que han contribuido en el diseño, instrumentación, aplicación y recopilación de la prueba, así como en la construcción de un sistema de información que antes no teníamos.
     Para finalizar, podríamos decir que a pesar de sus luces y sombras, ENLACE, como toda prueba, es limitada y aún muy joven para descalificarla o alabarla. Los retos son grandes, pero cuando menos, ha iniciado el camino de la evaluación.

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