jueves, marzo 14, 2013

Como perros salvajes


Autor: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: en lado B, 19 de febrero de 2013

     Ayer viví un desafortunado momento de angustia y frustración, cuando mi esposo y yo íbamos en un paseo en bicicleta y nos acompañaba mi pequeña perra schnauzer la “Cándida”. Estábamos subiendo el cerro de La Calera y justo cuando pasamos junto a la vieja fábrica que está abandonada en esta zona, dos perros grandes salieron corriendo del terreno baldío en que se ha convertido aquello, al ver pasar corriendo a la perra, en menos de lo que escribo esto, uno de ellos pescó a la Cándida de la parte trasera y la metió al terreno de donde habían salido, afortunadamente mi esposo reaccionó rápido y lanzó piedras a los perros hasta que soltaron a la Cándida y ella aunque un poco lastimada pudo salir corriendo y no paró de correr hasta que llegó a nuestra casa. Sólo sangraba un poco de una de sus patas traseras, pues el suéter que le había puesto la noche anterior para cubrirla del frío la había protegido.
     Cuando mi esposo y yo fuimos reconstruyendo los hechos nos dimos cuenta que ninguno de los perros soltó ladrido alguno que diera indicio de que defendían tu territorio, ni gruñido que indicara que querían atacarla, habían salido a cazarla y lo que querían de ella era almorzarla. La actitud del perro que la pescó del suéter era la del perro con un hueso entre sus mandíbulas para disfrutarlo, gustoso de tener algo que comer.
     Toda la tarde me rondó por la mente que esta sociedad se ha convertido en una jauría de perros salvajes en donde cada quien piensa en sí mismo y en cómo comerse al de junto para sobrevivir. Y esto lo confirmé esta mañana cuando escuché en un noticiero de radio local que un comando armando había irrumpido en una fiesta de estudiantes de la UNAM en Cuernavaca para robarlos o cuando pienso en las seis mujeres españolas violadas, hace unas semanas. En ambos casos, un grupo de personas llega fuertemente armadas, aprovechando la fortaleza que le dan éstas, para pasar por encima de los derechos más elementales de otros.
¿Cómo es que hemos llegado a esta degeneración social? Tal vez ya no valga la pena responder a esta pregunta, sino más bien creo que debemos plantearnos esta otra, ¿cómo hacemos para que unas personas respeten los derechos y la dignidad de otras? Y aunque como varios pensadores y académicos lo afirman, no es un asunto únicamente de planteamientos individuales, sino que todos los actores sociales debemos hacer lo que nos corresponde para que esto se revierta a un círculo virtuoso.
     Garrett Thomas que estuvo la semana pasada en nuestra ciudad mencionaba que esto se resuelve en gran medida cuando las personas pensamos en el otro como un ser humano que tiene un valor y afirma que la escuela cumple un papel fundamental hacia un camino para la paz y la reconstrucción social.
El señor Thomas menciona que los pueblos tienen que repensar currículum para que éste no sea sólo un cúmulo de asignaturas, sino que favorezca la formación integral de los pequeños y jóvenes que asisten a la escuela, por lo que se debe dar tiempo para reflexionar sobre el propio proceso de aprendizaje, dice que no basta con ir a clases, sino que hay que favorecer que en el espacio áulico se piense, hay que dar tiempo para estar en grupo y reflexionar en la convivencia, para pensar en las emociones, para construir proyectos individuales y que es muy importante que el currículum considere un tiempo para el desarrollo cognitivo. También este académico cree que hay que trabajar en un conocimiento general, dando tiempo para exploración y para que los estudiantes puedan mostrar sus intereses.
     Por otro lado, habló del papel que debe jugar el profesor en este proceso y señaló que los modelos del aprendizaje hacen diferencias acerca del papel que debe desempeñar el docente. Uno lo muestra como el enseñante y en otro es el facilitador, Thomas cree que debemos desconstruir la idea que tenemos de profesor y que tal vez no es ninguno de los que se muestran en estos modelos sino considera que los docentes deben tener un amplio conocimiento psicológico, deben amar a las personas, deben saber manejar las propias emociones y ayudar a sus alumnos al manejo de las propias.
     Además señaló los aspectos que en la escuela se deben trabajar para caminar hacia una educación para la paz. Señaló que paz es la relación que uno tiene con sus propios sentimientos, es decir aceptarse tal y como uno es, sin embargo también se refiere a la relación que establecemos con los otros y en estas relaciones siempre afloran emociones y sentimientos que pueden afectar dicha relación como el rencor y el odio.
Por eso Thomas considera que en la educación para la paz debemos partir de aprender a perdonar, aprender a aceptar al otro como es, superar los prejuicios que tienden a aplastar el pensamiento. Por lo que sugiere que se tengan espacios en la escuela para reflexionar sobre la violencia, para analizar las propias acciones, perdonar a quién nos ha dañado, para llorar. Según este pensador esto es un proceso de curación para el corazón, para liberarse de todas las emociones negativas que pueden producir y llevarnos a la violencia.
     Por supuesto, esto no es lo único que tiene que hacerse, pero por ahí podríamos empezar para transformar esta sociedad que está ahora cimentada en la violencia, antes de que lleguemos al dramático punto de convertirnos en perros salvajes en donde unos nos comamos a otros.
La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Se pone la mirada en la escuela como educadora de niños y jovenes; sin embargo hay muchos niños y jovenes que no asisten a la escuela y que sus padres tampoco tuvieron la oportunidad de estudiar, viven en zonas marginadas,esto los hace individuos mayormente vulnerables a vivir en la pobreza, por lo consiguiente sin oportunidades para salir adelante y solo el robo, secuestro y homicidio serán o son su opcion para comer, aunado a la falta de valores que se supone debieron enseñarse en casa.Tener una sociedad diferente es un compromiso de todos, como padres, hijos, gobierno, cuerpos de seguridad, maestros, porque cuando la sociedad camine hacia el mismo lado y ejerza justicia, entonces tendremos un mejor país.