viernes, marzo 08, 2013

La depresión como mal contemporáneo y sus máscaras


Autor: Betzabé Vancini Romero.
Publicado: La Primera Puebla, 28 de febrero 2013

     Actualmente, hay múltiples manifestaciones del desequilibrio emocional 
en el que vive gran parte de la población. Pese a que la ciencia parece haber avanzado en la cura de prácticamente todos los males que aquejan a la humanidad, la salud mental sigue siendo un tema que no es considerado como prioritario por los gobiernos y ni por la Secretaría de Salud. La depresión es quizá el más común que aqueja a los mexicanos en 
todas las etapas de la vida, sin embargo, no recibe la atención adecuada llegando a consecuencias graves entre las que está incluido el suicidio. El problema de la depresión es que tiene múltiples máscaras, es decir, raramente es diagnosticada de manera correcta, especialmente porque los médicos generales no están acostumbrados a buscarla entre los 
padecimientos y por la falta de capacitación que hay en cuanto a salud mental, etiología y las manifestaciones de la depresión. La fibromialgia es una de las manifestaciones más comunes de la depresión, sus síntomas van desde leve pero constante dolor articular y muscular, hasta un dolor incapacitante en todo el cuerpo. Los médicos generales tienden a tratar las manifestaciones de la fibromialgia, cuyo origen médico ni siquiera está claramente establecido, con analgésicos, mientras que el tratamiento más adecuado tendría necesariamente que implicar la canalización del paciente al psiquiatra y posteriormente el consumo de fármacos antidepresivos y ansiolíticos que le ayuden a disminuir las manifestaciones corporales de su padecimiento. Otro de los errores comunes que puede tener graves consecuencias, es cuando el médico general, o cualquier especialista que no es psiquiatra receta medicamentos psiquiátricos, su efecto es poco estudiado por los médicos con otras especialidades y la dosificación es en verdad un asunto de suma relevancia para el bienestar y la salud del paciente, el medicamento y la dosis deben ir de acuerdo al peso, edad y tipo de vida del paciente y es menester del psiquiatra prescribir la fórmula y la dosis más adecuadas para cada persona. Algunos antidepresivos, por ejemplo, generan ansiedad, y si no van acompañados de un ansiolítico adecuado, el paciente puede sentirse peor que la primera vez que llegó a consulta y 
abortar el tratamiento.

     Quizá el problema radique en mayor medida debido a que en México no hay una adecuada conciencia sobre la salud mental. Todavía se cree que ir al psiquiatra y que incluso visitar a un psicólogo o psicoterapeuta es
de locos. Otro de los problemas es encontrar personal de salud mental poco preparado para hacer diagnósticos clínicos y canalizar al paciente con el profesional correspondiente. En los centros de salud suele haber un psicólogo orientador, que no está capacitado para realizar un diagnóstico clínico de la salud mental del paciente y que tampoco está capacitado como terapeuta para ofrecer al paciente un proceso psicoterapéutico con metas mutuamente acordadas y lograr una tangible mejoría. La depresión suele ser el último de los diagnósticos que hacen los psicólogos orientadores en escuelas o centros de salud, y esto se debe tal vez a ladificultad que tiene advertir una depresión adyacente a otros padecimientos más comunes. Es frecuente que en las escuelas, los niños sean diagnosticados irresponsablemente, incluso por las propias maestras con TDAH Trastorno Déficit de Atención con Hiperactividad-, cuando la distractibilidad y la falta de concentración es una de las principales manifestaciones de la depresión infantil. Lo mismo ocurre con adolescentes cuando se cree que algunas conductas, la falta de interés en las cosas, la tendencia a dormir mucho o presentar bajo rendimiento escolar se tipifica como una manifestación propia de la edad, mientras que son otros síntomas de la depresión en adolescentes y adultos jóvenes, por ejemplo, entre los universitarios.

Básicamente cualquier cambio en la vida puede provocar una depresión: la separación de los padres, cambio de escuela, el fin de una relación de pareja, cambio de empleo o pérdida del mismo, fallecimiento de algún familiar, cambio de residencia, entre muchos otros. Es importante estar atentos a los cambios que se dan en la conducta a partir de alguno de los sucesos mencionados anteriormente así como investigar la predisposición 
familiar. Alguien cuyo padre o madre hayan sufrido de depresión tiene hasta 50% de probabilidad de presentarla también, en alguna de sus formas, mientras que alguien que ya haya tenido un episodio depresivo tendrá hasta el 75% de probabilidad de recaer si no tiene la atención y el tratamiento adecuados.

El paciente con depresión se enfrenta también al estigma social, al estigma que marca a las personas que cursan por una depresión como 
flojos, no quieren hacer nada, y además se enfrentan a charlas motivacionales que poco ayudan en su tratamiento, es común que el 
paciente escuche
“échale ganas, cuando no es una cuestión de voluntad, sino de atención médica adecuadas. Parte de la negación de la depresión en la sociedad es no lidiar con este estigma, pues es más fácil lidiar con algún diagnóstico médico más común aunque igual de desalentador que pensar en que es una enfermedad emocional y hay que acudir con el especialista, la figura del psiquiatra sigue siendo vista como la del loquero que encierra a la gente, mientras que visitar al psiquiatra, objetivamente, es lo mismo que agendar una consulta con un gastroenterólogo, un ginecólogo o un internista, es decir, se busca al especialista en el padecimiento.

     Mientras en México no adquiramos una adecuada conciencia de la depresión y las múltiples formas en las que se manifiesta, difícilmente se podrán establecer parámetros realistas de la salud mental en nuestro país y más difícilmente se atenderán con éxito los casos de depresión en niños, adolescentes, jóvenes y adultos, así como el apego al tratamiento. 
      Será importante que tanto padres, como profesores, médicos, y otros profesionales de la salud tengan en cuenta estas manifestaciones en las que suele estar enmascarada la depresión y canalicen con el profesional adecuado, que tendrá que ser forzosamente un médico psiquiatra o bien, un psicoterapeuta clínico. Sólo esto puede ayudar a que la depresión deje de cobrar víctimas que paulatinamente van dejando perder su vida, su 
salud, e incluso la vida.

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