miércoles, marzo 13, 2013

Masculinidades que se transforman


Autor: Jorge Luis Flores Romero
Publicado: Síntesis Puebla, 14 de febrero de 2012

    ¿El concepto de masculinidad es el mismo con el que se identificaron nuestros padres o abuelos? En este artículo se introduce al lector en el cambio que se ha producido en las identidades de género en las décadas recientes, acentuado en los dos últimos años. Cambio que se explica a partir de dos vivencias: La primera vez que escuché que la identidad de género es una construcción social del imaginario, y que esta construcción es evolutiva y cambiante, simplemente no comprendí nada. Un lenguaje demasiado complejo para mí. Ahora tampoco pretendo ser experto en el terna, ni mucho menos trataré de explicar los resultados de investigaciones, de tal manera que pueda perder a mis interlocutores en la inmensidad de las teorías y tratados feministas y de género. Mis relatos, tienen el propósito de hacer explícito a qué se refieren los especialistas cuando hablan de identidades de género, y del cómo percibo sus cambios de forma, a lo que denomino: transfiguración de las identidades de género.
     Vivencia uno: miércoles 18:40 horas, el metro de la ciudad de México en dirección a Barranca del Muerto. Resulta extraño, un vagón bastante vacío para esa hora de la tarde noche, al grado que sólo unos cuantos viajantes permanecían de pie en el convoy. En la estación Constituyentes sube un hombre joven, pues calculo su edad entre los 25 y 28 años. En la mano derecha un portafolios, al hombro una maleta, con el brazo izquierdo sostiene a un bebé de meses de nacido, a lo mejor de 3 o 6 seis meses. Haciendo malabares se recarga en la puerta para subir la mochila al hombro que resbala continuamente. Ahora me doy cuenta que es la pañalera, de la que sobresale un cobertor azul celeste (luego entonces el bebé es varón, sería inadmisible que la cobija fuera rosa, color apropiado para una niña) No cabe duda, imagino que viene de la guardería o de casa de la mamá de ella o de él, que les ayuda a cuidar el bebé mientras trabajan, Quizás se trate de un joven viudo o papá. soltero ¿Lo abandonó la mujer? El tiempo que transcurre entre el cerrar de la puerta del tren y su puesta en marcha, agitó la pañalera. Tiempo que resulta suficiente para que se agolpen en mi mente estos pensamientos. Reacciono instintivamente. Me levanto para cederle el asiento. Sorpresa, también otro señor se me ha adelantado por fracciones de segundo y casi al unísono decimos siéntese. Mis pies tuvieron suerte porque aceptó la palabra de mi vecino de banca. El joven se sentó a mi lado. Arropó al bebé, le dio sendos besos, acarició sus mejillas y plácidamente sacó de la pañalera un biberón con algo que parecía té y dio de beber cuidadosamente, servilleta en mano, a su hijo.
     Vivencia dos. Me encuentro regresando de una comida de trabajo. En el auto viajamos mi colega y un subalterno. Desvío mi mirada al asiento de atrás y me doy cuenta que el saco de mi colega está arrugado, con claras muestras de que le hace falta un servicio de tintorería. Se percata de mi maliciosa mirada. "Bueno", me dice, "hoy en la mañana apenas me dio tiempo de planchar mi camisa, y al saco también le hace falta ¿verdad?" El otro compañero responde por mi "te recomiendo Niágara en spray, o el nuevo que no sé cómo se llama pero sirve para desarrugar y facilita el planchado, lo venden en el súper, yo tengo la plancha de vapor portátil, de meditas, dos mil y pico de pesos en Palacio, pero la verdad te ayuda mucho" Extraña conversación. Sólo acierto a decir que yo plancho mi camisa a la antigua, cómo debe ser. Rociada con agua y hecha bolita un rato antes de pasar la plancha, aunque sea de vapor.
     ¿Cuándo tres caballeros de respetable talante y apariencia abordarían un tema tan vano como el planchado o las compras del súper? ¿Cuándo un hombre que se preciara de tal, cedería su lugar en el metro a otro caballero? ¿Alguna vez escuchó que los hombres no besan a los hijos? ¿Que la labor del cuidado del bebe es exclusivo de las mujeres? Lo aquí expresado es muestra de que ha quedado rebasado aquello que habíamos construido en la mente acerca de lo que significa ser hombre. La transfiguración de género es ese cambio en la percepción de lo que aprendimos a conocer como masculino o femenino, de lo que significaba ser hombre o ser mujer y sus roles sociales, porque así estaba determinado.  
     Hemos evolucionando hacia nuevas concepciones y atributos de la feminidad y la masculinidad. Afortunadamente más para bien que para mal, en beneficio evidente de nuestros hijos e hijas, que ahora se ven recompensados con las muestras de cariño de su padre, por el simple hecho de ser sus hijos. Afortunados los padres y afortunadas también las mamás que ahora comparten la crianza yel cuidado de los hijos, sin dejar de ser verdaderos hombres o mujeres, ni verdaderos padres o madres.
     Atrás quedará la regla social que establecía lo "normal" y lo "natural". En el recuerdo estarán las asignaciones genéricas que históricamente definían los roles sociales de los sexos, así como los comportamientos correctos y adecuados de cada persona según sus atributos genético fisiológicos. Afortunado el padre que ha dejado de reprimir sus expresiones de afecto, porque esas manifestaciones, le decían, mermaba su masculinidad y le degradaban socialmente.
     Qué bien que sean nuevos referentes y formas las que construyen, estratifican, ordenan, jerarquizan, al ser y lo social. Bienvenidas las nuevas representaciones de la masculinidad.

No hay comentarios.: