jueves, noviembre 07, 2013

¿Autoridad o Poder?

Autor: Jorge Luis Flores Romero
Publicado: en lado B, 17 de octubre de 2013


     Diversos autores y desde diferentes disciplinas, se han generado múltiples visiones y teorías en un esfuerzo por explicar qué es el poder y cómo éste se constituye en instrumento de dominación al interior y exterior de las organizaciones. Estudios de los que derivan las premisas de elaboración de este artículo.
    Primero: El poder puede derivar de la autoridad formal, facultad que confiere el puesto o la posición que se tiene en una estructura organizacional, y que se traduce en influencia o capacidad de mandar sobre una o más personas. La autoridad puede deformarse en poder. Cuando el jefe manda, se obedece, no se cuestiona muchas veces el cómo alcanzar los fines y objetivos. A veces, dejando de lado la perspectiva de los valores y la filosofía de las organizaciones.
     Segundo: Que la facultad que se confiere al subordinado, para que acceda y participe en la tomar decisiones en el ámbito de sus responsabilidades o en el puesto que se ejerce, se conoce como empoderamiento, y que esta atribución, también puede traducirse en poder cuando las decisiones no obedecen o no se inscriben en la racionalidad y la lógica institucionales. Es poder cuando se buscan intereses personales de quien ejerce el puesto o toma las decisiones, pues ha sido investido de la facultad para actuar y decidir en nombre de la organización o empresa donde colabora.
     Tercero: El poder es inherente a la condición humana y su existencia no se puede entender sino a través de la comprensión de sus representaciones en la interacción humana. Michel Foucault explica que una relación de poder es un modo de acción que no actúa de manera directa e inmediata sobre los otros, sino que actúa sobre sus acciones: una acción sobre la acción, la dominación es una fuerza que somete, quiebra, destruye …una relación de poder se articula sobre dos elementos, ambos indispensables para ser justamente una relación de poder: que "el otro" aquel sobre el cual ésa se ejerce) sea totalmente reconocido y que se le mantenga hasta el final como un sujeto de acción …
     El poder se expresa y manifiesta por las acciones que precisamente el otro realiza por mandato del que le ordena, luego entonces, es poder, no antes, no después. Es dominación pura y legitimada por la jerarquía de autoridad, diría Max Weber.
     Las organizaciones son el asiento fundamental de las relaciones cotidianas entre los hombres y que estas relaciones se rigen por la contradicción orden/desorden, porque poseen en si mismas la inercia de lo existente. Surgen así dos asuntos trascendentes para una explicación de la teoría del poder en las organizaciones: El poder intrínseco en la interacción humana; y la perpetuación/reproducción de estructuras de poder en donde incide de manera significativa la naturaleza opresiva del ser humano. Situación que debela la naturaleza no neutral del que ordena, de sus técnicas y procedimientos, lo que permite redescubrir el poder como eje analítico clave para el estudio también del comportamiento humano en las empresas e instituciones.
     Y es verdad, el poder rige, regula, determina y estructura la interacción e interrelación de los individuos y las organizaciones. A partir de la percepción y ejercicio de nuestro poder, al tomar decisiones y durante la gestión, los sujetos construimos y deconstruimos la visión que tenemos de nosotros mismos, es decir ¿Qué deseamos? Y en consecuencia actuamos y decidimos en tanto que somos actores organizacionales, investidos del aura de la autoridad, es decir, el poder fáctico y pragmático. El poder para tomar decisiones es decir, empoderamiento.
     Evidentemente, los dominados tampoco podrán desprenderse de su condición de sometimiento y obediencia, sino hasta el momento en que les sea posible modificar las estructuras o modificar el papel que se protagoniza en las organizaciones. Mientras tanto, quedará vigente el deseo de poder. El Poder, dicen los expertos, es el detonante de la puesta en marcha de la verdadera identidad de una persona. El poder representa también un deseo, un anhelo que vive y del cual, el sujeto no puede desprenderse porque esto implicaría, desprenderse de la propia identidad.
     Explicado lo anterior, es posible confirmar que el poder se encuentra presente en nuestras vidas. En las acciones y decisiones, a todos los niveles, en todos los ámbitos. El poder trasciende fronteras, espacios y tiempos. Pero el acceso al poder y su ejercicio, continuarán rigiendo la desigual relación entre los sujetos, en una lucha constante por invertir el orden actual de la dominación. Es verdad, desearíamos liberar a los dominados y remitir a los poderosos al orden y a la subordinación. Lo cual nos remitiría irremisiblemente a nuevas formas de dominación. Efectivamente, el poder es relacional y se expresa y manifiesta en las acciones.
     Es posible concluir que el poder puede conformarse no solo en una teoría o una forma de dominación, sino también en categoría de análisis para el estudio de las organizaciones, y que la gestión, es decir, el despliegue consciente de nuestras acciones en el cumplimiento de una tarea o una función. Sin embargo, la realidad nos muestra que muchas de las decisiones y el empoderamiento no obedecen a la razón ni a la reflexión, es decir, no se puede afirmar que efectivamente sean producto de la habilidad cognitiva del ser humano de razonar.
     Vincenti De Gaujelac afirma que algunas decisiones pueden hacer y transformar la buena fe de la función, en gestión depredadora. Afección que surge cuando hacemos uso de nuestro puesto y nuestro poder para dictar mandatos que debieran ser incumplibles. Tal es el ejercicio de poder que se traduce en dominación, y que finalmente, es punto de quiebre de la igualdad y la equidad. Resulta indispensable entonces, contribuir en la construcción de alternativas de solución a problemáticas de la desigualdad social, iniciando desde el seno mismo de las organizaciones.

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