jueves, enero 16, 2014

De Jorge a Francisco. Comprendiendo el pontificado actual

Autor: Alejandro Ortiz Cotte
Publicado: lado B, 04 de diciembre de 2013
Parte I de III

     Para comprender mejor el impacto que han tenido las acciones emprendidas por el Papa Francisco debemos enmarcarlas desde la historia. Jorge Mario Bergoglio nacido un 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina, ordenado el 13 de diciembre de 1969 como sacerdote jesuita, nombrado obispo el 27 de junio de 1992, fue elegido, como el papa número 266 en la historia católica, el 13 de marzo del 2013 tomando el nombre de Francisco.
     Desde entonces el Papa Francisco ha realizado gestos que han llamado mucho la atención, tanto a la feligresía católica como a cualquier observador social. El objetivo de estas líneas es brindar contextos históricos para que cada lector juzgue qué tan grande, qué tan necesaria o qué tan novedosa han sido las acciones realizadas en este periodo papal que va a cumplir 9 meses.
     Invierno eclesial. Lo primero que debemos entender es que venimos de dos papados muy conservadores, el de Juan Pablo II y el de Benedicto XVI, ambos con una postura eclesial y teológica peleada con el "mundo" y sobre todo con los avances de la modernidad. Desde hace 35 años (27 años de Juan Pablo II y 8 años de Benedicto XVI) la iglesia católica se ha cerrado a ver la dinámica religiosa contemporánea, leyendo la realidad centrada en sí misma y siendo ella misma su única referencia válida para discernir la verdad; se ha considerado y proclamado como Madre y Maestra y pocas veces como hija y aprendiz; ha formado a sus seminaristas, sacerdotes y religiosos de la manera más conservadora que ha podido, cerrando a la vez los centros de formación teológica y seminarios progresistas que podían haberle ayudado a una acción pastoral más congruente y más profética para estos tiempos actuales; ha nombrado a obispos más por sus virtudes de fidelidad y obediencia ciega, que por su inteligencia y apertura; castigando, callando y prohibiendo el pensamiento de los grandes teólogos y de las grandes teólogas, impidiendo dar sus cátedras en cualquier espacio o medio católico. Promoviendo una postura rígida, cuadrada, cerrada, medieval frente al mundo moderno y a sus dilemas éticos; defendiendo los derechos humanos en la sociedad pero solapando y encubriendo abusos sexuales y corrupciones al interior de la Iglesia. En este tiempo prevaleció la censura, la mordaza, la persecución, el silencio inocente, la humillación patente. Con razón se le ha denominado a esta etapa "invierno eclesial". Ahora se puede entender por qué las acciones del Papa Francisco han resultado tan refrescantes, tan llenas de aires nuevos en un contexto inquisitorial de la iglesia. Se ha cuidado mucho en maldecir y en perseguir como sus antecesores, ha pedido una iglesia abierta, profética, misionera, atenta a los signos de los tiempos. El año próximo se realizará el Sínodo sobre la familia y para tomar en cuenta la realidad ha mandado a sus obispos y a la feligresía toda, un cuestionario bastante ambicioso que brinde la información que se necesita para comprender la complejidad de las familias actuales que necesitan una mirada teológica y pastoral muy diferente a la actual. Este acto ha sorprendido a muchos. Pero resulta muy gratificante que el obispo de Roma pida nuestra opinión para un tema muy importante. Será otra cosa como se reúne, se sistematiza y se analiza toda la información recibida. Algunos han dicho que con este papa se está inaugurando una nueva primavera eclesial.
     Lo mediático. El uso de los medios de comunicación ha sido gradual en la historia eclesial católica. Para papas que salían poco o nada de sus recintos pontificios, como Pío XII, la radio era un excelente medio de llegar a muchos lugares lejanos. Pero el maestro de los medios fue Juan Pablo II. Un papa con fuerza para viajar, con claridad mental, políglota con fluidez en más de diez lenguas, teatral en el mejor sentido de la palabra (es decir haciendo gestos y movimientos atrapando un auditorio masivo) y con mucho carisma, hizo que la Iglesia católica a partir de 1978 volviera a colocarse como protagonista en el mundo geopolítico de ese entonces. Benedicto XVI, aun siendo una persona con poco carisma, supo utilizar adecuadamente la inercia de los medios para seguir expresando masivamente su mensaje. Por ello cuando se pregunta si el papa Francisco es producto de lo mediático creo que se desconoce la historia reciente de la iglesia católica. Ella comprendió, rápido y bien, la fuerza que dan los medios de comunicación desde hace mucho. Ahora con el Papa Francisco se sigue el camino aprendido y se está abriendo al uso de las redes sociales y el internet. (Por cierto su twitter es @pontifex_es por si quieren seguirlo) Francisco sabe que si se quiere dar una imagen diferente de la iglesia no basta hacer acciones distintas sino mostrarlas al mundo entero. Siempre será arriesgada esta estrategia secular pero los resultados (masivos, potentes) valen la pena. Pero su mayor fuerza es su propio testimonio y eso parece que es la novedad. Que un papa hable de la pobreza no es una gran sorpresa, pero resulta realmente sorprendente cuando no sólo habla de la pobreza sino que la vive y la promueve, luchando contra la lógica predominante de los obispos de vivir como príncipes. El estilo de vida que tiene el papa actual y sus mensajes coherentes con la pobreza y hacia los pobres (como el llamado ahora "evangelio de Lampedusa") no deberían ser sorpresas o buenas noticias sino exigencias mínimas para quien ostente el cargo de obispo y más si es el de Roma. Nos acostumbramos a un estilo ostentoso, imperial y poco evangélico de ver a los obispos rodeados de lujo, creo que con el Papa Francisco hemos vuelto a la normalidad y no al revés.

Universidad Iberoamericana

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