lunes, marzo 10, 2014

Retos de la Ciudad

Publicado: La Primera de Puebla, 20 febrero 2014

     Basta circular en auto por el Periférico Ecológico de Puebla para darnos cuenta que nuestra ciudad es un desastre urbano. Casas construidas sin ordenamiento inteligente a uno y otro lado del Periférico que se entremezclan con bodegas y naves industriales, gasolineras, terrenos agrícolas, etc. Estamos haciendo vivienda pero no estamos haciendo ciudad. Si asomamos un poco nuestros ojos para ver cómo se construyen hoy las mejores ciudades del mundo, nos daremos tristemente cuenta de que, como ciudad, somos un maravilloso fracaso.
     Los poblanos vivimos en una ciudad desequilibrada. Zonas muy ricas y -hasta cierto punto- desarrolladas, contrastan con zonas pobres, casi miserables, que remiten nuestra imaginación a la vida rural del Porfiriato. Zonas que se conectan por un transporte público indigno, ineficiente, problemático, peligroso, contaminante y generador de canas verdes a todo aquel que se aventure por las calles.
     ¿Los responsables? Todos los poblanos: gobierno, empresas y sociedad (en ese orden de culpa). El principal responsable es el gobierno municipal y, en segundo término, el gobierno estatal porque a ellos corresponde planear el ordenamiento territorial y hacer que se urbanice conforme al plan. Todos sabemos que, con un soborno, cualquier límite territorial o uso de suelo puede modificarse. Así que no solamente hay que tener planeación, hay que saber llevarla a cabo y resistir la tentación de ejecutarla en función de los intereses personales.
     Otro gran monstruo destructor y, por tanto, enemigo de la ciudad, son los desarrolladores y constructores de vivienda que, en aras de maximizar sus ganancias, construyen viviendas sin responsabilidad social. En efecto, la mayoría de los desarrolladores que hacen conjuntos habitacionales en Puebla construyen casas de poca calidad: diminutas (como para que los que ahí habiten acaben gritándose), pegaditas una con otra y separadas por un solo muro (como para que no exista vida privada), con mínimas e insuficientes áreas verdes (como para que nadie salga a caminar), con banquetas y calles demasiado angostas (como para que nadie pueda circular fluidamente o nadie pueda invitar amigos con auto porque no hay dónde estacionarse sin tapar la entrada a alguien), etc. En verdad me parece lamentable lo que el gobierno y los desarrolladores contemporáneos están haciendo con nuestra ciudad. Nosotros, la sociedad civil, también somos cómplices porque no les exigimos otra calidad; somos una sociedad poco exigente y, por eso, nos dan lo que nos dan. Todos juntos, sociedad, desarrolladores y gobierno, si no reaccionamos pasaremos a la historia como la generación que no sólo perdió la oportunidad de diseñar y sentar las bases de una ciudad moderna, ecológica, sostenible y sin atroces desigualdades, sino que posiblemente pasaremos a la historia como la generación que destruyó la ciudad y la convirtió en una verdadera mancha urbana, pero una mancha más con aspecto de jungla que de urbe. Quizás pasemos a la historia como la generación que degradó la calidad de vida de la mayoría en beneficio de la calidad de vida de una muy pequeña minoría.
     Creo que el nuevo presidente municipal, Tony Gali, tiene frente a él una oportunidad de oro, histórica y sin precedentes, para gobernar de manera inteligente y en beneficio de las mayorías, durante un excepcional periodo de 4 años 8 meses. Las tentanciones de gobernar en favor de sus amigos y gente de su mismo elevado estrato social serán muchas, pero todos esperamos que sea valiente, visionario y compasivo para equilibrar lo desequilibrado, ordenar lo desordenado y diseñar un futuro más sostenible para todos.
     Al final de cuentas, todos -ricos y pobres- pagamos los elevados costos de tener una capital desigual, desordenada, insegura y poco disfrutable. Sin embargo, me parecen positivos los recientes esfuerzos del gobierno por crear más espacios públicos. Creo que, donde haya menos espacios cerrados, privados y amurallados, habrá más y mejor convivencia humana; esto equilibra positivamente las relaciones entre las diferentes clases socioeconómicas y disminuye la tensión social, favoreciendo así la generación de un tejido humano más sostenible.
     Ojalá los desarrolladores de vivienda asuman la responsabilidad histórica que tienen frente a ellos y construyan espacios de calidad sacrificando un poco su ganancia personal en beneficio de una mejor ciudad para todos. Nadie dice que no hagan dinero construyendo, pero muchos decimos que no ganen a costa de la calidad de vida de los demás. Twitter: @veraalexis


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