jueves, abril 03, 2014

El México lleno de sangre

Autor: Alejandro Ortiz Cotte
Publicado: La Primera de Puebla, 21 de marzo de 2014

     El mundo está en crisis y en cambio constante por lo mismo. Si 
bien es cierto que la crisis económica siempre se ha vivido en la 
mayoría de las familias del mundo, esta situación empeoró en 
2008 cuando explotó, en el corazón del sistema económico 
dominante, el escándalo financiero de Wall Street y de sus 
instituciones bancarias. Explotó la burbuja, el sueño, el engaño. 
El sistema quedó al descubierto y se pudo observar su estado 
vegetativo. Nuestra economía es como una economía zombi, es 
decir una economía muerta pero resucitada artificialmente y que 
necesita de la sangre humana para seguir viviendo. Podemos 
decir que este sistema financiero global se mantiene vivo no por 
su propias fuerzas ni por estar vivo sino porque los principales 
actores del mundo lo oxigenan artificialmente. A estos actores 
les conviene mantenerlo vivo ya que siguen ganando millones de 
dólares a costa de todos los seres vivos del planeta. La crisis es 
real y se empeorará en algunos años por la carestía del petróleo 
y del agua, y por el calentamiento global que está 
desapareciendo los equilibrios básicos que necesitamos para 
mantenernos vivos.
     La desnudez del sistema económico dominante dejó claro 
muchas cosas. Lo primero es que confirmó que quien manda en 
el mundo son las grandes trasnacionales, las grandes 
corporaciones, y todos los demás están a su servicio. Y cuando 
estos grandes emporios entran en situación de muerte son los 
propios Estados los que los resucitan. EU inyectó de sus arcas 
millones de dólares para que no se muriera definitivamente su 
economía. Y eso hacen todos los gobiernos que sirven al 
mercado: mantenerlo vivo con dinero de sus pueblos. 
Recordemos la resurrección que dio el gobierno mexicano a los 
bancos con el FOBAPROA no importando bajar el nivel de vida de 
todos nosotros.
     Lo segundo es que esta comprobadísimo que el sistema 
financiero dominante no sirve para generar riqueza compartida 
sino especulaciones privadas con las cuales se genera mucha 
riqueza para muy pocos. Las elites no requieren trabajar sino 
mantener un sistema en descomposición a nivel mundial a costa 
de generar desempleo, exclusión, violencia y pobreza en sus 
países, y con ello conservar sus privilegios y status global. Las 
consecuencias es el agravamiento de la vida cotidiana de los 
pueblos. La gente no pelea ahora por una vida mejor sino por 
una
vida mínima. Lo que se desea es una vida normal: tener 
empleo, seguir pagando la casa, seguir mandando a los hijos a la 
escuela, comer tres veces al día, etc.
     La gente común en México, esa gran mayoría que vive en 
pobreza sobrevive de manera sorprendente y a la vez paradójica. 
Un trabajador mexicano necesitara ganar cuatro días de salario 
mínimo para poder pagar un tanque de gas de 20 kg. Podrá si 
desea tener el lujo de una alimentación
sabrosa destinar un 
día de salario mínimo a comprar un kilo de limones. Muchas veces 
necesitara de la amistad y solidaridad del dueño de la tiendita de 
la esquina que podrá fiarle alguna sopa, algunas galletas, algún 
refresco, pero esto cada vez será más raro, ya que estas 
tienditas, burbujas económicas del pueblo, están siendo 
acabadas por las tienditas de
conveniencia que no permiten 
estos excesos humanos.
     Sus hijos tratarán de estudiar y vivir normalmente aunque 
seguramente formaran parte de ese gran bloque humano llamado 
pobreza infantil, (70.5 millones en América Latina) bloque 
injusto y cruel que se caracteriza por estar mal alimentados, sin 
condiciones materiales para un buen aprendizaje ni mucho 
menos para un mínimo desarrollo humano, posiblemente no 
sabrán ni leer ni escribir realmente.
     Curiosamente la característica principal de México en estos 
momentos no es el empobrecimiento, que se calcula en 55% de la 
población, donde el 27% vive en pobreza extrema. No es este 
rasgo el sobresaliente sino la violencia. La versión oficial del 
actual gobierno la describe como
alto nivel de violencia. Los 
datos oficiales son que en el sexenio de Calderón se cometieron 
10.6 millones de delitos, donde 8 de cada 100 fueron 
denunciados y sólo uno de esos cien fue castigado. El secuestro 
se incrementó un 83% el robo con violencia 65%, la extorsión 40%, 
los delitos sexuales 16%. Hubo cerca de 23,000 ejecuciones y el 
resultado oficial de la guerra de Calderón contra el narcotráfico 
fue de 70,000 personas, donde todavía hay 9,000 sin identificar. 
Datos no oficiales, pero más exactos a la realidad, calculan que 
en el sexenio de Calderón se acumularon 12 millones de víctimas 
de la violencia, de éstas 3 millones sufrieron directamente un 
delito de alto impacto y el resto, 9 millones, son las que padecen 
junto a ellas las consecuencias físicas, emocionales, económicas 
y sociales, lo anterior a pesar de haber invertido en el sexenio 
810 mil millones de pesos en seguridad. Sólo en la cuestión de la 
guerra contra el narcotráfico los saldos según la organización 
México evalúa son de 101 mil 199 personas asesinadas, los 
homicidios dolosos aumentaron 35% con respecto al sexenio 
anterior y 344 mil 230 personas quedaron huérfanas, viudas o sin 
sostén económico. El gobierno de Estados unidos ha calificado a 
la guerra contra el narcotráfico como no exitosa. En Irak 
ocurrieron 12 asesinatos por cada 100 mil habitantes, mientras 
que en México el número fue de 18 por cada 100 mil.
     Y lo está volviendo hacer. La disminución de noticias de 
ejecuciones en los medios de comunicación no significa que se 
ha parado esta dinámica de muerte sino que es parte de una 
estrategia de no visibilizar las ejecuciones en el país. En el nuevo 
sexenio, en primeros meses llevamos 2,821 personas ejecutadas
     Ahora empezamos las reacciones del pueblo ante esta vida de 
miseria y crueldad. Es un México lleno de sangre.
El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla. 
Este texto se encuentra en: 
http://circulodeescritores.blogspot.com
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