martes, abril 08, 2014

Francisco, un año después

Autor: José Rafael de Regil Vélez, datos del autor haz click aquí
Publicado: Síntesis Tlaxcala, 12 de marzo de 2014

     El 13 de marzo de 2013 muchas personas se sorprendieron cuando la chimenea conectada a la Capilla Sixtina de El Vaticano: había sido electo el sucesor de Joseph Ratzinger -conocido como Benito XVI- al frente de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Ese momento había sido precedido por la escandalosa noticia de que un Papa, después de siglos, había dejado de serlo por renuncia y no por muerte. Para muchos eso dejó de ser tan sensacional al momento en el que apareció el nombre del nuevo pontífice católico y jefe de Estado de El Vaticano: Jorge Bergoglio, cardenal arzobispo de Buenos Aires.
      Su elección en el cónclave de los cardenales fue inaudita para propios y extraños por al menos dos razones: su origen latinoamericano y su filiación jesuítica. Durante siglos los sucesores de san Pedro fueron europeos, italianos su gran mayoría, aunque Wojtyla y Ratzinger fueron polaco y alemán respectivamente. La emergencia de un latinoamericano al puesto de mayor jerarquía entre los católicos romanos era impensable, por ser Iglesia joven, por haber sido la cuna de la denostada y cuestionada teología de la liberación. A pesar de que América Latina tiene dos de los tres países con más feligreses católicos del mundo (Brasil y México. El tercero también es un país americano: Estados Unidos) no había figurado especialmente en los grandes puestos de la Curia Romana, a pesar de la presencia de cardenales como Castillo Lara -Venezuela- o López Trujillo -Colombia- quienes ocuparon puestos en esa burocracia, pero no los más importantes. Así que la llegada de un cardenal originario del Continente de la Esperanza sin experiencia en la curia más antigua del mundo fue cuando menos sorpresiva.
      Jorge Bergoglio es jesuita desde los 22 años. El dato podría no decir mucho, excepto que la Compañía de Jesús a lo largo de al menos cuatro siglos ha sido una orden controvertida: por sus planteamientos en el terreno de la espiritualidad, en los que san Ignacio de Loyola -el fundador- propone a quienes siguen sus huellas un camino de discernimiento, en el que los cristianos se acompañan entre sí para descubrir las invitaciones de Dios en la vida cotidiana y no dependen de alguien iluminado que los guíe indicándoles cómo han de conducirse existencialmente. Y no solo eso: sus posturas teológicas han suscitado grandes disputas por la importancia que conceden a la libertad y la justicia en las relaciones que establecen las personas con Dios y con sus semejantes, frente a otras posturas que exacerban la incapacidad humana para saber lo que conviene y por ello requieren de directores espirituales que les den preceptos, los conduzcan y por ende se vuelvan depositarios de toda la salvación.
      Más recientemente, los jesuitas estuvieron muy presentes en los procesos populares conflictivos de los años 70, 80 y 90 del siglo pasado en América Latina. Algunos de los teólogos de la liberación más cuestionados y conocidos han sido de la Compañía de Jesús; en El Salvador murieron asesinados por el ejército varios jesuitas académicos de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas por su trabajo con los sectores violentados en sus derechos humanos. En diversos lugares del mundo los hijos de san Ignacio han tenido puntos de vista heterodoxos controvertidos en terrenos como la teología, la filosofía, la bioética, los derechos humanos, los sistemas económicos; en cualquier caso, todo lo contrario a la muy ortodoxia y controvertida jerarquía que tiene en sus manos la Iglesia Católica...
      Así el 13 de marzo de 2013 el mundo se merendó la noticia: Jorge Bergoglio se convirtió en el Papa Francisco. Tras 365 días su pontificado ha sido en muchos puntos polémico: rechazó los signos opulentos asociados a su figura, se fue a vivir a la residencia de Santa Martha, anda con poca guardia, saluda a las personas de a pie, hace homilías y mensajes que hacen un continuo llamado a la justicia social, al cuidado de los más pobres. Creó una comisión de notables para revisar los manejos financieros vaticanos, se ha atrevido a hablar ante periodistas sin un guión previo y ha tomado una actitud comprensiva para los tradicionalmente marginados de la Iglesia. Homosexulaes, divorciados, etc.
      Su postura ha resultado demasiado liberal para los conservadores; demasiado conservador para los liberales y no termina de dar gusto a ninguno de los dos sectores, aun cuando su popularidad a nivel de los feligreses "de a pie" crece día a día. Tiene grandes retos por delante: vendrá el sínodo de la familia y vientos de ruptura se asoman entre los grupos de interés de la Iglesia que no quieren mayor amplitud para divorciados, ni para homosexuales. Debe continuar con la obra de reforma de la Curia, donde anidan las más grandes virtudes y bajezas de la humanidad. Debe abrir más el reconocimiento del carácter delictivo de la pederastia en muchos países del mundo y la necesidad de que sacerdotes, religiosos y religiosas que delincan en este o cualquier otro aspecto, sean entregados a las autoridades civiles para su juicio....
      Y el jesuita argentino sucesor de Pedro deberá transitar sus propios desafíos, en tanto que los católicos apostólicos romanos enfrentan los suyos: poder vivir con lucidez su fe, con congruencia su mensaje de que Dios ama a la vida humana y por ello hay que ser fraternos y justos y sumarse responsablemente en la construcción de un mundo donde mujeres y hombres podamos ser cabalmente tales.

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