miércoles, mayo 07, 2014

Un atleta espiritual

Autora: Rocío Barragán de la Parra
Publicado: La Primera de Puebla, 09 de abril de 2014



          Aunque mucho se ha hablado del tema del liderazgo 

particularmente me interpela la forma en que Chris Lowney lo 

aborda en el libro ¿Liderazgo al estilo de los Jesuitas?; con una 

mirada poco tradicional centrar esta habilidad a partir de lo que 

llama el ?segundo nacimiento?, un acontecimiento que enmarca 

nuestra vida y es definitorio en la toma de decisiones, ese golpe 

espiritual que pone a prueba nuestras capacidades y nuestra 

voluntad.

Para San Ignacio de Loyola este segundo nacimiento significó 

asumir la vida desde una posición más trascendente, emprender 

el viaje más valioso de su vida: el conocimiento de sí mismo, para 

luego apuntalar el nacimiento de la Compañía de Jesús y 

concebir, como entrenamiento de la vida interior los ejercicios 

espirituales.

Conocerse a sí mismo, sobre todo en Occidente es un campo 

inexplorado; culturalmente trabajamos más en las relaciones 

interpersonales y no en hábitos introspectivos o reflexivos que 

doten de herramientas para (re)conocernos y aceptarnos; 

aquellos que apuntalan la autoestima y el amor propio. Los 

beneficios del autoconocimiento son infinitos porque nos brinda 

la oportunidad de ordenar nuestra vida y fincar de manera 

sostenible nuestro propio crecimiento: ¿cómo quiero configurar 

mi vida?, ¿a quién quiero servir?, ¿de qué modo?, ¿cuáles son mis 

limitaciones?, ¿cómo las voy a enfrentar?, ¿a qué estoy dispuesto?, 

¿de qué soy capaz?, ¿cuál es el sentido de mis acciones?, ¿cómo 

quiero ser reconocido o recordado?.

San Ignacio de Loyola decía ¿En tiempos de desolación no hay 

mudanza?, aludiendo a la capacidad de aprender a resistir los 

embates de la vida, a permanecer en sí mismos. Aceptar que las 

situaciones complejas vienen aparejadas de grandes lecciones y 

si nos movemos o nos salimos de nosotros mismos, difícilmente 

desarrollaremos una estructura de pensamiento intelectual y 

emocional que nos permita atender, entender, valorar y decidir 

de modo consciente y asertivo, todo aquello que nos configura.

Los ejercicios espirituales son fuente de crecimiento personal, 

práctica que nos transforma en atletas espirituales, creadores de 

nuestros propios recursos interiores apuntalados en 5 ejes:

1. Dominarse y ordenar la vida a través de un examen de 

conciencia; esto resulta conflictivo y doloroso pero es 

indispensable para reconocer los afectos desordenados; los 

demonios o apegos representados en los vicios, debilidades, el 

desamor, la codicia, el egoísmo, el hedonismo, o el narcisismo; 

todos enemigos de nuestra naturaleza humana. Reconocerlos 

permite trabajarlos para superarlos y un buen inicio es realizar 

un inventario de quién soy, a dónde quiero ir y qué me detiene.

2. La base del ingenio: hacernos indiferentes; Para valorar 

aquello que ocurre y que se me ocurre; fomenta la 

adaptabilidad, la audacia, la rapidez y el buen juicio. La frase más 

emblemática de la indiferencia, como terreno fértil para el 

ingenio es ?El problema no es el dinero sino la servil afición a él o 

a cualquier otra cosa?. Impulsar la capacidad de liberarme de 

temores, impulsos y adhesiones que controlan mis acciones. ?La 

afición al dinero suele ser un bálsamo para alguna otra comezón 

debilitante del ego: temor al fracaso, necesidad de ser 

importante, sentimiento de inseguridad?; hay que buscar pues, 

poner la balanza en equilibrio.

3. El fundamento del heroísmo: el MAGIS; buscar dar más de sí, el 

mayor servicio en cada una de mis acciones, ¿qué te puede 

motivar tanto que te lleve a ir más allá del servicio de todo 

corazón?; plantear la pregunta ya es un primer paso para caminar 

hacia una decisión bien pensada.

4. La gratitud como motor del amor; Si he introyectado mi ser y 

he podido explorar en mis más obscuros espacios ¿cómo puedo 

mirar con aprecio y agradecimiento las bendiciones y beneficios 

recibidos? a través del amor:

* El amor más en los hechos que en las palabras

* El amor como una recíproca comunicación entre dos seres, el 

que ama da y comunica lo que tiene a la persona amada

Apreciarnos como una persona con dignidad y potencial que al 

compartir(nos) fructificamos también el potencial de nuestros 

semejantes.

5. El examen cotidiano: Al levantarse, después del almuerzo y de 

la cena dedicar unos momentos para agradecer los beneficios 

recibidos y preguntarme ¿cuál es mi meta del día?, ¿cómo he 

trabajado en ella, corregí, mejoré? mis actitudes y elecciones 

¿me acercan o alejan a ellas?; este hábito de reflexión es sencillo 

pero poderoso y crea un ciclo de retroalimentación permanente 

que entrena y perfecciona el atleta espiritual que habita en 

cada uno de nosotros.

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla. 

Este texto se encuentra en: 

http://circulodeescritores.blogspot.com

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