jueves, junio 05, 2014

¿Canonizar hoy?

Autor: Alejandro Ortiz Cotte
Publicado: e-consulta, 20 de  Mayo 20 de2014
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     En abril pasado, fueron canonizados dos ex papas, Juan XXIII y Juan Pablo II. Esto acarreó una avalancha de reflexiones y escritos. La mayoría de éstas no encontraban ningún inconveniente respecto a Juan XXIII, en cambio la de Juan Pablo II (JPII) fue severamente cuestionada, sobre todo por su encubrimiento a Marcial Maciel, pederasta y fundador de los Legionarios de Cristo. Tema que no tocaron obviamente los fervientes admiradores de JPII en la amplia cobertura que los medios de comunicación dieron a estas canonizaciones.
     Creo que hay mucho material sobre este tema y no voy a redundar sobre ello. Más bien quiero reflexionar lo que considero el tema de fondo: que es el mismo hecho de la canonización. Las preguntas que surgen son: ¿en qué contexto surgen las canonizaciones? ¿Para qué son? ¿Qué procesos siguen? ¿Sigue siendo necesario el proceso de canonización hoy? ¿Cuáles serían los principales inconvenientes de una canonización hoy?
     1. El proceso de canonización es una construcción en el tiempo y espacio por parte de la jerarquía eclesial católica. No es una orden directa de Jesús o continuación de una acción que él primero empezó. Ciertamente dijo en Mateo (5,48) “sean perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el cielo” y en versión de Lucas (6,36) “sean compasivos como es compasivo el padre de ustedes”; perfectos o compasivos pero jamás dijo: “y hagan de esto un proceso burocrático en el Vaticano”. Muchos defensores de los procesos de canonización toman este versículo, solo el de mateo, el de los perfectos, como una orden de Jesús y pierden de vista lo más importante. Creen que el objetivo del cristiano es la perfección y esto, además de falso,  es muy peligroso ya que ha llevado, como sabemos en la historia de la iglesia, a un desprecio por todo aquello considerado impuro o que causa pecado y que pueda interferir con una idea de la perfección.            Durante mucho tiempo la idea de santidad se pensaba desde el criterio de la abstinencia, del sacrificio, de una penitencia rigurosa. Idea muy oriental pero muy alejada de la práctica histórica de Jesús. Jesús comió y comió bastante (Lc 7, 34), y fue criticado en su tiempo por eso, se le acusaba que no le pedía a sus discípulos que ayunaran: “Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y recitan oraciones, igual que los de los fariseos, pero LOS TUYOS NO SE PRIVAN DE COMER Y BEBER” (Lc 5, 33), y no comía para santificarse sino que al contrario al comer con publicanos y pecadores (Lc 15, 1-3) él mismo se contaminaba más desde la lógica religiosa dominante. Uno pregunta entonces ¿cuál fue la virtud de ciertos santos que fueron canonizados por su vida ejemplar y revisando su vida histórica vemos que al contrario del maestro (Jesús de Nazaret) su ejemplaridad fue la abstinencia radical, como aquellos que no comían por largas temporadas o solo comían una vez al día, que no utilizaban, ningún abrigo para calentarse, sino solo los rayos del sol en invierno. Quiero decir que si revisamos nuestro santoral ubicaremos a santos desconocidos, con virtudes que francamente no se le encuentra lo evangélico. Otra cuestión sería ¿por qué no hay una causa donde la santidad se mida por la compasión y misericordia como dijo Jesús en versión de Lucas?
2. Comparando la vida histórica de Jesús con los criterios de canonización actuales uno empieza a dudar si en verdad el proceso que lleva a cabo la Congregación para la causa de los santos es coherente con Jesús o pensando más global si la sólo idea de santidad es la que hay que cuestionar, ¿quién decide la santidad? Ivone Gebara preguntó recientemente “¿será que todavía necesitamos canonizaciones?”. No digo que no busquemos ser mejores. Ni digo que no existan verdaderos “santos” o “mártires” en nuestra historia eclesial, lo que digo es que el proceso mismo está cargado de dudas y que el solo hecho de premiar la santidad lleva fuertes contradicciones. Dudas, contradicciones como los milagros, las reliquias, el costo de los procesos jurídicos para realizar la canonización, etc. También hay preguntas de fondo ¿por qué a Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, grupo integrista católico, confesor del dictador franco, su canonización fue de las más rápidas en tiempos de Juan Pablo II? Será porque esta orden ayudó con dinero al Vaticano después del fraude del Banco Ambrosiano? Solo son preguntas o ¿por qué el proceso de Monseñor Romero es de los más largos de la historia? Será porque es identificado como obispo de los pobres, obispo de la teología de la liberación.
     Se dice, sobre todo entre los más conservadores, que un santo es una intermediación con Dios ya que está probada su santidad. Esto suscita varios problemas. El primero es si necesitamos intermediadores con Dios, según los evangelios no (recordemos Lc 11 cuando dice “cuando se dirijan al padre háganlo de este modo…”), segundo ¿se puede probar la santidad de alguien? ¿Quién aprueba? ¿Quién lo aprueba a él? El vaticano y su burocracia ¿están en condiciones de hacerlo después de tantos escándalos? En fin creo que la idea de canonizar tuvo su sentido en las primeras comunidades primitivas, recordar a los que dieron testimonio (se dice mártir en griego) fue importante para consolidar el seguimiento cristiano en tiempos de persecuciones, pero después se convirtió en algo muy complicado y se desvirtuó totalmente siendo un proceso muy incoherente con la propia enseñanza de Jesús. Actualmente no ayuda a madurar la fe del creyente, lo mantiene con una teología medieval (milagros y reliquias), no favorece un cambio en las estructuras eclesiales jerárquicas, ni erradica las ceremonias llenas de lujos (basta ver las ceremonias de canonización) como quiere Francisco, ni ayuda a fortalecer un seguimiento cristiano responsable, consciente, critico, compasivo como quería Jesús. Concluyo diciendo que siento pena por Juan XXIII, un papa tan bueno que fue utilizado para balancear una de las canonizaciones más controvertidas (por su peso político de derecha) de la Iglesia.
El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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