jueves, junio 12, 2014

Fenómeno social, daño personal

Autora: Teresa Abirrached
Publicado: e-consulta, 23 de abril de 2014

     Son las 7:10 de la mañana en un día de clases normal y la mayoría de los alumnos ya están conectados a alguna red social. Después de pasar lista, la clase está por iniciar, no sin antes hacer la aclaración respectiva: guarden sus celulares, ipods, ipads, etc., ya que es un acuerdo de la clase que estos aparatos no están invitados a mi clase.
     Damos inicio al tema del día de hoy: desarrollo de productos, por poner un ejemplo. La clase pasada hablábamos de los productos nuevos; Coral, ¿nos puedes compartir los grados de innovación? Mientras Coral trata de recordar, los demás revisan sus apuntes y van levantando la mano para participar, todos menos Daniel, quien no ha dejado de consultar su celular.
    Daniel, ¿estás de acuerdo que el reposicionamiento no implica innovación? –Pregunto, sabiendo que no tendrá la respuesta. Silencio en el aula. Perdón, responde Daniel, estaba distraído. A manera de broma lanzo el siguiente comentario: la Bolsa de Valores aún no inicia operaciones, así que podemos continuar con la clase y guardar el celular, ¿no es así, Daniel?
     La clase continúa y Daniel ha sacado su celular al menos cinco veces para mirarlo furtivamente. ¿Qué tanto puede ver en esos segundos que le roba a la clase? La respuesta es nada. Daniel no está chateando ni revisando su red social, simplemente padece de un comportamiento compulsivo llamado Fomo, que proviene de la contracción anglosajona fear of missing out, que significa miedo a estar desconectado, a perderse de algo.
     Este comportamiento deriva en una patología que provoca ansiedad de estar activos en las redes sociales y de querer estar enterados en cualquier momento de lo que sucede en el mundo virtual, y que se ha convertido en un fenómeno social que forma parte de las condiciones culturales del siglo XXI, así como lo fue para la generación anterior el uso del teléfono y la televisión. Recuerdo un comercial televisivo de una adolescente colgada del teléfono fijo y la mamá diciendo cuelga ya; un insight que refleja lo que en su momento le importaba a los jóvenes, estar en contacto.
     Otra forma de socializar es a través de la mensajería instantánea, como el whatsapp o telegram, que son la tendencia comunicativa más notoria de nuestro tiempo y que ha atrapado a más de cuatrocientos millones de usuarios en el mundo, debido a que brindan la posibilidad de estar en tiempo real, de ser y de existir en un mundo que no es el nuestro, esto es, nos hace un poco omnipresentes.
     Es así que las redes sociales y la mensajería instantánea se han hecho imprescindibles para las personas, pero también provocan serios problemas en las relaciones, como por ejemplo, el doble check de whatsapp, que ha sido llamado el destructor de parejas, como lo muestra un estudio realizado por el Diario CyberPsychology, el cual concluye que 28 millones de parejas rompen por esta causa.
     El doble check es el visto bueno que aparece cada vez que se envía un mensaje a través de whatsapp e indica que éste ha sido recibido exitosamente. Esta situación deriva en problema cuando los usuarios piensan que el destinatario ha leído el mensaje, lo cual ha sido desmentido por la compañía. "Te mandé un mensaje hace diez minutos, lo leíste y no me contestas". Esta es la reacción negativa que experimenta una persona a raíz de la ansiedad que le genera ver que no le responden inmediatamente. Y es que actualmente vivimos en una sociedad impaciente y poco tolerante a la frustración. La tecnología ha contribuido grandemente a la construcción de este fenómeno; la inmediatez de la satisfacción de los deseos: quiero algo y lo quiero ahora.
     Antes del celular, internet y las redes sociales, la comunicación era asincrónica. Se escribía una carta a mano, se decoraba y se enviaba y después de un tiempo llegaba la respuesta, lo que significa que se debía ser paciente, y en la espera estaba la emoción. Ahora, podemos enviar un mensaje de tres palabras y la persona lo recibe al momento, pero ¿dónde queda la emoción de la espera?
     ES un hecho que las formas de socialización han evolucionado y que la tecnología acerca a las personas, pero también conlleva problemas de atención al entorno más cercano. Estamos cerca de los que están lejos y lejos de los que están cerca.
     Después de este análisis, entiendo que Daniel está distraído no porque no le interese el desarrollo de productos, sino porque envió un mensaje desde las 7:00, tiene un doble check y no ha recibido respuesta.
La autora es profesora de la 
Universidad Iberoamericana Puebla.
Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com
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