miércoles, junio 04, 2014

La destrucción de la naturaleza, el precio de la modernidad

Autor: Ma. Teresa Abirrached Fernández
Publicado: La Primera de Puebla, 22 de mayo de 2014

     Una noche cualquiera miramos el cielo despejado y descubrimos 
que más allá de nuestro entorno cotidiano existe un mundo 
maravilloso en perfecta conjunción. Si a esta vista se le añade el 
aire fresco que emana de la naturaleza, entonces se puede decir 
que estamos en armonía con nuestro ser y el mundo que nos 
rodea. Si esta visión de la naturaleza nos hace tan felices, por 
qué nos empeñamos en destruir los recursos que están a nuestro 
alrededor
     En las grandes ciudades rara vez miramos el cielo nocturno y 
cuando lo hacemos es posible que la contaminación no nos deje 
admirar la vastedad del Universo. Lo más lamentable es que nos 
hemos acostumbrado a vivir de esta manera, conviviendo en una 
selva de asfalto, entre humo y ruido de los automóviles.
Cuando se nos presenta la oportunidad de visitar una comunidad 
natural como lo son un bosque, una selva o un pantano, no 
alterados por la acción humana, sentimos emoción al descubrir 
un universo de seres vivos, de colores, de movimiento, de 
sonidos, de olores y sensaciones mucho más hermosas de lo que 
imaginamos. Sin embargo, el mundo natural está siendo 
modificado, destruido a tal velocidad que cada vez menor 
número de personas tendrá la posibilidad de disfrutarlo.
     La presencia de cada planta y cada animal que constituyen una 
comunidad natural es consecuencia de un conjunto de factores 
del ambiente y de accidentes históricos que lo hacen único y 
que se nos ha merecido la denominación de Patrimonio Natural 
en diversas áreas de nuestro país.
     México, como fragmento de las tierras emergidas de la corteza 
terrestre, reúne una serie de características excepcionales para 
que su mosaico de comunidades naturales sea particularmente 
variado y sorprendente desde todos los puntos de vista: desde 
los desiertos más áridos hasta las selvas y pantanos más húmedos, 
desde los matorrales tropicales más cálidos hasta las montañas con nieves eternas.
 La variabilidad genética, el paso del tiempo y otros factores han 
permitido la evolución de seres vivos originarios de este lugar. 
     Mejor conocidas por los biólogos como especies endémicas, que 
según la RAE son los animales o vegetales propios y 
exclusivamente de una determinada zona.
     Puebla posee varias reservas ecológicas, como la Atlixcáyotl y la 
zona nororiente, donde se ubica el Parque Flor del Bosque, 
refugio de diversas especies animales y vegetales, en los que se 
promueve una cultura de amor por la naturaleza.
Sin embargo, esta riqueza natural de nuestro país está en riesgo 
por la acción del hombre, en el afán de construir ciudades 
modernas, con tecnología en comunicaciones y vialidades, pero 
que no respetan la biodiversidad, por lo que en algunos puntos 
del territorio mexicano, la vegetación y la fauna natural han 
desaparecido casi totalmente.
     Entonces, ¿es la acción humana la que provoca el deterioro del 
ambiente? La explosión demográfica ha provocado la necesidad 
de vivienda, siendo inminente la destrucción de los bosques, 
selvas y de los animales que en ella habitan, afectando el 
entorno en el que nos desarrollamos, nuestro hábitat y, por 
ende, nuestra salud.
     La preocupación por la conservación de la naturaleza es un 
fenómeno nuevo en la sociedad mexicana, que afortunadamente 
se extiende cada día a sectores más amplios de la población y 
que ha llevado a la creación de leyes proteccionistas del 
ambiente, como son la declaración de reserva territorial y la 
protección de especies endémicas.
     La conservación se logra con acciones concretas, siendo la 
educación el tema fundamental. Es en el seno de la familia donde 
se deben inculcar los valores de respeto y cuidado del ambiente, 
aplicando las 3R (reduce, recicla y reúsa) en el tratamiento de 
los desechos del hogar.
     Campañas que promueven el cuidado de la naturaleza como la 
más reciente de Grupo Acir (Ecoacir) y otros esfuerzos 
permanentes realizados en diversas instituciones como la Ibero 
Puebla, a través del Programa Interdisciplinario del Medio 
Ambiente (PIMA), buscan acercar a la población los mecanismos 
para reciclar y conservar la naturaleza.
     Una civilización no es más avanzada por el desarrollo de las 
telecomunicaciones o infraestructura, lo es en la medida que ha 
incorporado los nuevos satisfactores y formas de convivencia de 
manera armónica con el ambiente, respetando los ecosistemas y 
tomando decisiones conscientes y responsables.
Finalmente, como dice la campaña: tú, qué haces para cuidar el 
ambiente. La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla. 
Este texto se encuentra en: 
http://circulodeescritores.blogspot.com
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