lunes, septiembre 01, 2014

¿El problema educativo en México...es sólo técnico?

Autor: José Guadalupe Sánchez Aviña.
Publicado en E-Consulta el 27 de agosto de 2014.


Recurrente, por fortuna recurrente, está resultando el diálogo sobre la educación en nuestro País ocupados desde los esfuerzos que están realizando quienes hoy integran la guía académica y moral del INEE, en medio de un pantano de corrupción y prácticas añejas que los acecha; hasta los alegres discursos de cobertura total y campañas heroicas de alfabetización que anuncia el secretario de educación federal.

Es en este marco que en días pasados, tuve una charla edificante con un grupo de personas interesadas en nuestros destinos educativos. El punto de encuentro se fincó sobre la fuente de la problemática que encierra y limita a nuestro sistema educativo. Difícil aventurar una respuesta sin riesgo de resbalar y caer estrepitosamente.

Como todo evento humano, el fenómeno educativo es complejo, por lo que para entenderlo es necesario realizar un esfuerzo serio por no reducir los factores que intervienen en él; ¿Los maestros? ¿Su sindicato armónicamente fraccionado? ¿Los órganos oficiales? ¿La reforma educativa más reciente? ¿Si usan o no mezclilla? por supuesto que todo esto y más son elementos que intervienen en la definición de lo que nos sucede en materia educativa.

Lo que hoy quisiera señalar en este espacio es que más allá de las cuestiones meramente técnicas y operativas, hay toda una base que orienta y explica los impactos que se causan y dejan de causar en quienes asisten a la escuela. Una base que en su presencia explica que haya personas realmente educadas y que en su ausencia, se presenten personas que con todo y su grado académico, sean severamente cuestionados en su desarrollo como personas, en su paso por la escuela.

¿Es necesario un programa para fortalecer la infraestructura de las escuelas? ¡Por supuesto que sí!, pero no es suficiente. ¿Debemos impulsar un programa de capacitación pedagógica y didáctica entre los profesores? ¡Por supuesto que sí!, pero no es suficiente. ¿Debemos lograr la cobertura total en todos los niveles? ¡Por supuesto que sí!, pero no es suficiente. La educación por definición debe transformar a las personas que se benefician de ella, si esto no sucede pues entonces no es suficiente lo que se hace.

Las instituciones educativas tienen un papel trascendental en esto que se menciona; ya es una ganancia el entender que las Universidad no son empresas convencionales, gracias pero aun hoy, se sigue pronunciando que somos oferentes de un servicio por muy educativo que éste sea, no se trata de ofrecer un servicio pues con esto sumimos a las instituciones en un oleaje de oferta y demanda, en una operación de compraventa un contexto en donde el que paga manda relación entre cliente y servidor en un marco de negociación total y permanente.

Si no es servicio, ¿Entonces qué es lo que las Universidades, todas deberíamos promover? La alternativa está en promover una visión que rompa con este clima que ha dado al traste con intenciones que bien podrían ser defendidos por una sociedad que valorara la educación como una fuente y posibilidad de ser mejores. Las Universidades, deben verse como un espacio en el que se brinda la posibilidad de educarse a quienes participan de ella.

Si me preguntan, diré que el problema de nuestra educación no solo es técnico, es sobre todo de orden filosófico. Casi para cerrar, recupero un fragmento que Pablo Latapí escribió en su último libro en 1999, y que ilustra lo que pretendo señalar en ente texto breve:

"Los valores específicos del hombre no están dados sino en germen en cada hombre y mujer que nace porque somos más proyecto que obra terminada, ellos requieren ser cultivados, protegidos y desarrollados por la educación. Todos somos responsables de preservar la esencia humana. Por esto todos educamos, en la familia, en la calle, en la conversación cotidiana; también por supuesto, en las escuelas y en las Universidades.

Proteger esta dignidad humana es los niños y en los jóvenes, orientándolos para que superen la tentación de reducir su existencia a otras dimensiones más frívolas e inmediatas, es la tarea de la educación humanista que a todos nos incumbe" (pp. 51-52)

Está señalada la responsabilidad que todos tenemos, el que seis de cada diez personas que recientemente presentaron examen para ocupar plazas docentes, lejos de provocarnos actitudes de burla sobre ellas, debería cuestionarnos duramente en el entendido de que todos compartimos la responsabilidad de lo que como sociedad nos sucede. Pero también está trazada la alternativa, la esperanza en movimiento debe representar la posibilidad de cumplir con esa responsabilidad que nos sobrecoge como educadores.

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